49.2 Un nido para amarnos
Fecha: 11/03/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: Albany, Fuente: CuentoRelatos
... Gonzalo y pude ver que tenía un estupendo y cuidado cuerpo, delgado y moreno con bastante vello y no le quise mirar más para no ponerle violento.
-Estás muy bien Borja, como si hicieras deporte todos los días. –me miró un poco sonrojado, no sé el por qué, si le había visto desnudo, aunque hacia algunos años cuando follaba con Gonzalo. Me di cuenta de que ya no me dolía para nada y podía recordarlo como si aquello no hubiera tenido relación conmigo. Me alegré.
Cuando volvíamos paramos en un pub donde había estado con Gonzalo, pedí una botella de agua y él un café, estábamos en silencio y sacó su móvil.
-Te voy a enseñar a Blanca a quien no conoces. –lo puso en funcionamiento y buscó la foto que me quería mostrar. Se trataba de una chica de negro pelo, rostro ovalado, muy morena de cutis con carnosos y rojos labios que apetecía acariciar con los tuyos, en conjunto la guapa cara de una chica veinteañera.
-Realmente es preciosa. –le devolví el aparato sin pasar las imágenes para buscar más.
-Es mi novia. –creo que esperaba mi cara de sobresalto.
-No sabía que tuvieras novia, realmente ha sido una sorpresa. Es la primera noticia que tengo y te doy la enhorabuena. ¿No te molestará si te diga que es muy guapa? Y lo que te dije en el vestuario es verdad, pero no quise ofenderte ni molestarte. –me miraba pero lo hacía más a las fotos que iba pasando en el carrusel de su móvil.
-No me ha molestado Daniel, tranquilo, yo también voy al gimnasio pero a otras horas y ...
... lo de Blanca, solo lo sabe Gonzalo, creo que es así, y ahora tú.
La cena transcurrió distendida, antes he trabajado un poco en el ordenador y extraño ver la silla vacía de Gonzalo a mi lado. Su llamada ha sido breve, tenía que salir a una cena preparada por el tal Haral.
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Llovía ligeramente, también habían bajado las temperaturas y miré distraídamente los edificios que íbamos dejando atrás hasta llegar a nuestro destino, hubiera querido preguntar a Glenn cuándo tenía que ir a recoger a Gonzalo, pero no quise distraerle y esperé hasta salir del coche.
Aún no le habían dado ninguna orden al respecto, pero si había recibido la petición de Borja de ir a recogerle cuando me dejara a mí para que le trajera a la oficina de Gonzalo.
Mi chico no me había llamado y no quise entretenerle así que yo tampoco le llamé. Con santa paciencia Renan nos asesoraba a Samy y a mí, ahora estaba seguro de que éste último se había incorporado hacía pocos meses a su puesto de trabajo.
Samy me parecía de lo más misterioso y despertaba mi curiosidad, un momento que tuve libre miré en la página de la empresa para ver la reseña que hubiera sobre su persona, su nombre: William Samy Russell de Bedfod, total para que se le llamara Samy, era viudo y tenía dos hijos gemelos de seis años de edad. Su residencia habitual la tenía fijada en Edimburgo Escocia, y poco más aparte de la reseña sobre sus estudios y centros donde los había cursado.
No entendía que el abuelo lo ...