SECUESTRADA (2)
Fecha: 04/04/2020,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: noespabilo, Fuente: SexoSinTabues
... seguir así el resto de mi vida? — ¡Bien ya despierta! Ana, te vamos a hacer daño. Pero tranquila, aún no ha llegado tu fin. Tengo que rentabilizarte. Jajaja. La risa me daba escalofríos. ¿Qué atrocidad se les habría ocurrido? ¿Que me harían? Tendida boca arriba, atada en cruz, con la capucha puesta, subieron mis piernas, flexionando las rodillas, abriéndolas y atándolas de forma que no podía cerrarlas. Colocaron una especie de cojín bajo mis nalgas, lo que me obligaba a tener el pubis en alto. Manoseaban mi vulva. Un líquido frio corrió por mi monte de Venus, chorreando por los labios y el interior de los muslos. Una especie de tenaza sujetaba los labios vulvares y un intensísimo dolor, como si me arrancaran un trozo de carne… Me desmayé. Cuando desperté, no sé cuánto tiempo había transcurrido. Seguía atada. Me dolía el coño y las tetas. No llevaba la capucha y pude ver las aureolas de mis pechos cubiertas por gasas y esparadrapos… Pero también tenía cubiertos los labios mayores… Dos enmascarados entraron en la habitación. Uno de ellos parecía una mujer. — ¡Vaya! Ya estas despierta. Vamos a ver como esta esto… Despegan los apósitos de los pechos. — ¡¡Aahhhhhgggg!! ¿Qué me habéis hecho? ¡Cabrones hijos de puta! Cada uno de mis pezones estaba atravesado por un anillo de unos dos centímetros de diámetro y al menos tres o cuatro milímetros de grueso. — Vaya esto va bien, ya no sangra y parece que no hay infección. Vamos a ver cómo ha quedado el coñito. Levanta la gasa que ...
... cubre mi vulva. Yo lloraba como una magdalena. Otros dos anillos, uno en cada labio, atravesaban mi coño. — Jajaja. ¿Ves lo que te dije? Ahora unes los dos anillos con un candado y tienes un cinturón de castidad. Jajaja. Reía el hombre. La mujer acarició la rajita con su dedo, hasta llegar al clítoris. Provocando un latigazo de placer, dentro del dolor, seguida de una descarga de flujo que bañó sus dedos. — Vaya, parece que le gusta. Estoy pensando seriamente en ponerme los anillos. — Dijo la mujer. — Ya te lo advertí. Te gustará. Aumenta la sensibilidad y las corridas son bestiales — Replicó el hombre. — Cubre las heridas y levántala para que coma algo y se reponga. En una semana tenemos la fiesta y quiero tenerla disponible — Propuso la mujer. Así lo hicieron. Durante unos días me trataron con delicadeza, curándome y alimentándome. Pero se acercaba el día de "la fiesta". La mujer vino a verme. — Mira Ana. He organizado una fiesta y tú vas a ser la principal atracción. Por supuesto no podrás ver a nadie y nadie debe ver tu cara para que no puedas reconocer a los asistentes, ni reconocerte a ti. Nadie debe saber quién eres. Por tu bien. Trataré de que no te hagan daño si te portas bien. — Estoy en vuestras manos. Por desgracia ya he visto de lo que sois capaces. Solo te pido que si vais a acabar conmigo lo hagáis de forma rápida y lo menos dolorosa posible. — ¿Pero qué barbaridades estás diciendo Ana? Nadie está interesado en tu muerte. Para mi eres una inversión que quiero ...