El calvario de Luciana (9)
Fecha: 26/09/2017,
Categorías:
Incesto
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
... tomale examen. –dispuso Emilia y el ama de llaves preguntó:
-¿Cómo debe estar cuando la tengamos de pie?
-Con las piernas juntas, la cabeza gacha y las manos en la nuca…
-¿Cómo debe sentarse?
-Sin cruzar las piernas, con… con la cabeza gacha, las rodillas algo separadas y las palmas de las manos sobre los muslos…
-¿Cómo tiene que caminar?
-Despacio, con la cabeza gacha y las manos en la nuca…
Mientras respondía, Graciela iba sintiendo que ya no era la que siempre había sido, ya no era la arquitecta, la empresaria, la esposa, la madre de familia. Era otra, otra reciente, otra que acababa de nacer, era la esclava Graciela, la perra Graciela, la yegua Graciela, era todo lo que su Ama quisiera que fuese. Sentía que su lugar en el mundo era la mansión y la única actitud posible para sentirse plena era la obediencia, la entrega total a Emilia.
-¿Puede hablar sin permiso? –siguió Elba.
-No, señora Elba.
-¿Puede mirarnos a la cara a la señora Emilia y a mí?
No, señora Elba.
Entonces intervino Emilia.
-Arrodillate, puta. –ordenó y cuando Graciela estuvo en esa posición le dijo:
-Aprendés rápido y eso me gusta. –la esclava estuvo a punto de agradecer, pero se contuvo y luego de una brevísima pausa Emilia continuó:
-Voy a darte la última oportunidad de volver a tu vida anterior, de ser otra vez una mujer libre.
Graciela sintió que los latidos de su corazón se aceleraban y se mordió el labio inferior en ansiosa espera de lo que su Ama iba ...
... a decirle.
-Si elegís recuperar la libertad te vas ahora mismo de aquí y no nos vemos nunca más.
Graciela imaginó esa situación y fue tal su angustia que tuvo que respirar hondo varias veces para tranquilizarse. Emilia se dio cuenta de lo que su presa estaba sintiendo e intercambió una mirada cómplice con el ama de llaves.
-Bueno. –siguió la proxeneta. –Hablá, arquitecta. ¿Elegís volver a ser libre o estás dispuesta a seguir adelante con tu esclavización?
Graciela tragó salida. Esas dos palabras, arquitecta y esclavización, habían resonado con fuerza en su mente. Eran la alternativa que sólo ella podía resolver. Sabía que Emilia no estaba trampeando y que si elegía la libertad iba a poder irse de la mansión para siempre sin que nadie se lo impidiera. Volvía a escuchar las palabras de Emilia una y otra vez. Su conciencia las procesaba y finalmente dijo: -Elijo mi esclavización, Ama. Ya no podría vivir como una mujer libre. No puedo vivir sin usted, mi amada señora. Todos los días, cuando me despierto, lo primero que siento es el deseo de que usted me convoque, que me ordene venir y cuando siento eso me veo echada a sus pies como una perra y lamiendo sus zapatos.
Emilia respiraba hondo y fuerte mientras la escuchaba. Ya era suya. Ese animal hembra de la especie humana de cabello rojizo, piel muy blanca y cuerpo apetecible en su madurez ya le pertenecía por completo y podría hacer con ella lo que se le antojara. Entonces en su mente comenzó a tomar cuerpo una idea ...