Vicios ocultos - Pablo
Fecha: 10/05/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: Albany, Fuente: CuentoRelatos
Aceleré el paso cuando vi a Ivon tirando del brazo de Asier, intentando que éste le siguiera a la fuerza. Salía en ese momento de una tutoría con el profesor de física, señor Beltrán, y no estaba de muy buen humor después de recibir sus quejas. El pasillo estaba desierto aparte de aquellos dos.
Al ver la cara mojada de lágrimas de Asier sujeté por el hombro a Ivon tirando de él para que soltara su presa.
-¿Qué haces? ¡Joder! Deja en paz al chaval.
Se soltó con brusquedad de mi agarre y me tiró al suelo de un golpe en el pecho.
-¡Ocúpate de tus cosas! -gritó rabioso lanzándome una patada que me rozó la mejilla.
Aunque estaba en un curso superior no me iba a dejar pegar sin responderle, no es más fuerte ni alto que yo y sujeté su pié tirando y lanzándole al suelo, nos enzarzamos en una pelea de puñetazos hasta que sentí que alguien tiraba de mi para apartarnos.
-¡Estáis locos os van a expulsar si os ve algún profesor!
Arturo me sujetaba y pude ver que Abel ayudaba a Ivon a levantarse del suelo.
-¡Me las pagarás!, y no te vuelvas a meter en mis asuntos. -el chico tenía sangre en la cara y no me dio tiempo a ver más porque se volvió para ir hacia las escaleras y subir a su clase en el piso superior.
-Hemos llegado a tiempo, antes de que os matarais. -Abel lanzó una carcajada.
-Se lo merecía el cabrón por mal bicho. -añadió a la vez que se inclinaba para recoger un cuaderno del suelo.
-Tienes que lavarte, también has recibido un buen golpe. -Arturo ...
... me inspeccionaba la cara mientras yo buscaba la figura de Asier que no veía por parte alguna.
Me dejaron en la puerta de los aseos y ellos se encaminaron a nuestra aula. Me miré en el espejo, y sí, tenía un ligero golpe en el labio del que manaban algunas gotas de sangre. Me lavé la cara y en ese momento se abrió uno de los wáters. Miré sobresaltado porque pensé que estaba solo.
Asier salía con la cara blanca como los azulejos de los aseos, más bien como un cadáver y se quedó quieto en la puerta sorprendido al verme, luego avanzó sin hablar, retirado de mi, intentando escapar al pasillo. Me volví con rapidez y lo atrapé contra la pared sin tocarle, con cada uno de mis brazos a cada lado de su cuerpo e intentó agacharse y salir de la cárcel en la que lo tenía encerrado.
-¡Eh! ¡Qué soy yo! -sujeté con la mano derecha su barbilla para que elevara la cara y me mirara. Las esmeraldas que eran sus ojos no dejaban de asombrarme y ahora me miraban asustados.
-Tendrás que contarme un día lo que te pasa con ese. -sus labios temblaban y se abrieron para susurrar un -¡gracias!- apenas audible.
-¡Por favor! Déjame ir. -le sujeté con fuerza de los hombros y lo sacudí, me daba rabia su pasividad y mansedumbre.
Elevó la cara para mirarme y pude ver el terror reflejado en sus bellísimos ojos.
-¡Perdona, perdona! No voy a hacerte daño. Soy tu amigo. -o al menos antes lo era.
-Solo quiero que hablemos, como hacíamos de pequeños, ¿recuerdas? -bajó la cabeza dejándome ver ...