La excursión (completa)
Fecha: 17/05/2020,
Categorías:
Infidelidad
Autor: dont343, Fuente: CuentoRelatos
... unos árboles, en la pequeña playa de arena y piedras que, en esa parte del río, se acerca bastante a la otra orilla; por lo que se puede cruzar el río fácilmente.
Raúl se bajó rápidamente; porque se estaba meando... y yo, mientras meaba, me quedé pensando que hacer…
¡De repente!, llegaron un par de coches, con gran estruendo; uno de ellos bastante grande y haciendo diabluras. Todo esto, acompañado de un gran griterío. Por eso, pensé, que se trataba de gente joven con ganas de cachondeo…
Del coche más pequeño, salieron cuatro chicas, que se reían alocadamente... y preparadas para meterse en el agua. Y del más grande, después de hacerle girar endiabladamente hacia la izquierda (para que derrapara a tope), salieron cuatro chavales de unos veintitantos con ganas de chochito…
Se desnudaron y se metieron en el agua, en pelota picada y empezaron a tontear con las chicas; que eran unas histéricas…
Cuando Raúl terminó, subió a la Galaxy…
- ¡No veas que ganas de cachondeo llevan esos!
- ¡Ya lo creo!… pero algunos están muy buenos ¡eh!
- ¡Venga, anda!, ¡no te enrolles!... y nosotros a lo nuestro…
Después de estar un ratito mirando disimuladamente a los tíos que habían llegado y como vacilaban los chavales con las loquitas esas, nos descalzamos y cruzamos a la otra orilla…
Fuimos hasta el sitio en el que habíamos estado antes, un poco más abajo… y allí ya no había nadie…
- ¡Buah!, ya no están aquí... ¡joder!... ¡que rabia!
- No esperarías que ...
... todavía estuvieran, ¿verdad?, le dije… pero, seguro que están por ahí ¿no oíste al cincuentón?
- Solo son las cinco menos diez...
- Y les dijo a los más jóvenes que llegarían sobre las seis o las siete… vamos a subir un poco y a meternos más en la maleza… a lo mejor tenemos suerte…
Continuamos adentrándonos entre los arbustos; y al cabo de un buen rato. Nos paramos en seco y miré a Raúl…
- ¡Néstor!... aquí hay un sitio que está fenomenal… tráetelo aquí...
Cogimos los prismáticos y nos movimos con mucha cautela; y subimos un poquito por una pendiente que teníamos frente a nosotros.
- Aquí podemos estar bien resguardados, le oímos decir al rubio barrigón…
Y tirados en el suelo, ocultos por un arbusto (otra vez), los teníamos enfocados con nuestros prismáticos.
Esteban llevaba la camiseta en una mano; y lucía, tremendamente apetecible, con esos vaqueros tan desgastados (que le marcaban el extraordinario zupo y un culazo soberbio). Miró el lugar al que le habían llevado y asintió con la cabeza al tiempo que se aflojaba el botón del pantalón.
- Aquí podemos estar bien… ¡me gusta!...
Era una pequeña hondonada, con hierba bastante alta y rodeada de espesos arbustos (que prácticamente se mantenía oculta), en un lugar lleno de maleza y bastante retirado del río, en el que, difícilmente, podrías encontrarte con nadie.
La barriga del cincuentón se pegó a Esteban por detrás y sus manos atraparon la cintura; y sin que el chico pudiera evitarlo se encaramó a su ...