-
Noche de pasión en Lisboa (X): Escarmentando a Ana Maria
Fecha: 09/06/2020, Categorías: Gays Autor: alfredo1257, Fuente: CuentoRelatos
... pedirle la llave para abrirlo, me dice que la acompañe hasta la puerta de su piso. Le aviso a Amália que voy a subir con su hermana y que bajo inmediatamente. Amália me pide que la deje y que baje. Al llegar a su puerta, abre y hace un último intento: - Alfredo, por favor te lo pido, termíname que ya no puedo con la calentura. No te pido que te acuestes conmigo, pero acábame de alguna manera, por favor. Te juro que no vuelvo a excitarte a propósito. Me da pena que se quede así, y decido ayudarla. Espero que haya aprendido la lección y no vuelva a insinuárseme. Entramos en su piso y arrimándola contra la pared, le bajo la braga hasta medio muslo. La abrazo por la cintura con un brazo, y al tiempo que le doy un beso en la boca, bajo mi mano derecha y la meto entre sus piernas. Está completamente mojada por el deseo. A la tercera caricia sobre su sexo comienza a encadenar una serie de orgasmos seguidos, que me obligan a sujetarla por la cintura porque se está desmadejando en mis brazos. Me ha durado menos de tres minutos. Cuando saco mi mano, la tengo completamente encharcada de su flujo. Con el pañuelo, me seco la mano y dejo el pañuelo encima del mueble donde acostumbramos a dejar las llaves, está completamente pringoso y huele a hembra desde Oporto. Dándole un beso en la mejilla, me despido de ella hasta el día siguiente. Cuando me voy, ella aún está recuperándose de la cadena de orgasmos que le he provocado. Al entrar en el coche, Amália, me coge la mano ...
... derecha y la lleva a su cara, oliéndola y preguntándome a continuación: - ¿Qué has hecho? Hueles a hembra en celo sin necesidad de acercarme a ti. - Lo siento, cariño. Al final me ha dado pena y la he terminado con un par de caricias. La pobre iba tan caliente que ha encadenado una serie de orgasmos casi sin tocarla. Por poco tienes que subir tú a ayudarme a levantarla del suelo. Ha quedado como un muñeco de trapo. Ha jurado que no va a volver a excitarme. A ver si es verdad. - ¿No hubo nada más que unas caricias? - No, Amália, solo unas caricias. Si hubiese necesitado más sabes que se hubiese quedado con el calentón. Pero creí que como escarmiento ya era suficiente. - Te creo porque sé lo que te ha hecho pasar. Esperemos que no se repita. - Cielo, como me vuelva a jugar una pasada de las suyas, te aviso que le voy a repetir el tratamiento, y entonces se va a quedar con el calentón a cuestas. Ya en el piso de Amália, en el salón, comenzamos a besarnos. Amália se apartó de mí y se sacó la braga sin quitarse el vestido. Al tenerla en la mano la engruñó diciéndome: - Yo también estoy muy caliente. Esta braga está para retorcerla. Saber que has estado con mi hermana me ha puesto a mí en el disparadero. Ahora te toca satisfacerme y no se te ocurra dejarme a medias. – Esto último me lo dice sonriendo. Entonces, tomándola de la cintura la subí en la mesa del comedor, y ahí mismo comencé a hacerle el amor. Supongo que no debió tener queja del tratamiento. Por ...