El juego (I)
Fecha: 14/07/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... situación. Vi como sus ojos contemplaban mis pechos. Realmente hay que decir que tengo unos hermosos senos, ni grandes ni pequeños, duros, firmes, con unos pezoncitos sonrosaditos y casi siempre, y más en situaciones eróticas, erectos. Rompí el silencio diciéndole que me quitara las bragas, estoy segura que Javier no podía creerse lo que estaba sucediendo pero, lo hizo. Se había agachado para poder sacar las bragas de entre los pies.
Mi sexo estaba frente a sus ojos. Mi sexo con el vello rubio y más bien escaso, ya que al tener que estar en la playa una siempre se depila algo esa zona para que no sobresalgan los pelitos del bañador, dejaban ver con toda claridad mi raja. Como si no advirtiera su cara de admiración ante aquel espectáculo, cogí un bikini y me lo coloqué. Comencé a preguntarle que tal me quedaba, si dejaban mucho al descubierto, etc. Dejé adrede para probarme el último el que yo ya sabía que me iba a llevar por poco que me quedara bien. Era un modelo de color negro, la parte superior era super escotada, de esas que parece que en cualquier momento se van a salir los pechos. La parte inferior, también era pequeñísima, cuando lo tuve puesto pude observar que por la parte posterior se veía sin ninguna dificultad la raya del culito y el comienzo de las nalgas. Al darme la vuelta para ver la parte delantera a través del espejo, observé como por los lados del pantaloncito salía algo del vello, así que le pedí a Javier que se pusiera delante de mí agachado e ...
... intentara meter esos pelitos en el interior del bañador, rápidamente lo hizo.
Me di cuenta de que hubiera podido pedir la luna y hubiera ido a por ella, estaba prendado de mí. Naturalmente ese fue el bikini que compré. Lo utilizaría no para bajar a la playa, era excesivamente atrevido, sino para tomar el sol en la terraza para deleite de Miguel que podría observar como los chicos se ponían a tope de verme con aquel bañador. Llegamos a casa a la hora de comer, así que hice una comida rápida y después los chicos salieron. Seguro que Javier iba a pasar el informe de lo sucedido por la mañana en los Almacenes. Yo hice lo propio con Miguel.
Me escuchaba con los ojos cerrados, me daba cuenta de que era verdad, estaba teniendo una excitación psíquica. Me sentí muy bien. Me daba cuenta del favor que le estaba haciendo. Debe ser durísimo ser una persona joven y ya sexualmente no volver a sentir absolutamente ningún placer en toda la vida. Aquello que le estaba contando, que no era ficticio sino real, hacía que él se encontrar bien, muy bien. No le escondí un solo detalle, tampoco inventé nada, no hacía falta, la realidad de lo ocurrido era para Miguel más que suficiente para llegar a un grado de excitación mental haciendo que su cara la reflejara. Al atardecer, llamé a los chicos, aún estaban por la playa jugando, no hizo falta de que Miguel me dijera nada, mandé a Roberto y Jesús a lavarse diciendo que luego ya ducharía yo a Javier. Ya en la ducha, comencé a lavarlo como el día ...