1. Noruega y mi familia tienen su encanto...


    Fecha: 17/07/2020, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... chupé, joder, vaya que los chupé. Me encantó. Entonces ambas mujeres, de rodillas, cada una en un lado de mi cuerpo, empezaron a lamer. Lamieron el semen y la corrida de mi tía hasta limpiarme de todo fluido, dejando solo sus salivas. Si se encontraban, se besaban compartían el semen en sus lenguas. Cuando acabaron, ambas dieron cuenta de mi polla empalmadísima. Esta vez me la chuparon entre las dos. Ambas la chupaban de forma parecida y distinta a la vez. Lania movía la lengua más y lamía todo el tronco mientras su madre chupaba.
    
    —Basta. Que se guarde algo hasta mañana —dijo Sigurd—. No queremos agotarlo.
    
    —Nononono… —empecé a decir.
    
    —Has prometido hacer lo que te dijéramos, Adam.
    
    —Ya pero… estoy empalmadísimo… no me podéis dejar así…
    
    Sigurd se rio.
    
    —Vale. Por esta vez. Pero serás obediente y follarás más. Y serás follado, sobrinito.
    
    Se me encogió más el escroto. Lania lo notó y se rio poniéndome la mano caliente en mis ensalivados y resbaladizos testículos de piel casi blanca.
    
    Y Lania acabó la faena. Me sentó en el sofá y me la chupó con fuerza y vehemencia, con ganas de que me corriera. Se metió mis huevos en la boca y los chupó, mordisqueó la piel y tiró de ella. Me acarició el perineo con la lengua, y cuando se calzó mi polla hasta la garganta, masturbada a toda velocidad con su mano y sus labios, me metió un dedo por el culo. Al principio me ardió pero algo tocó que hizo que me corriera con fuerza, arqueando la espalda, u clavándole la polla ...
    ... en el fondo de la garganta. Me derramé en su garganta con fuerza y, de nuevo, arqueando la espalda por la potencia y la novedad.
    
    RECUERDO
    
    Amanecí en mi cama. No sabía cómo llegué ahí. Estaba desnudo. Me desperecé. Creí que todo había sido un sueño, pero entonces descubrí que me habían dejado un regalito. Un lazo de tela en la polla. Me reí.
    
    Me lo quité, sacándolo, no deshaciéndolo y dejándolo en la mesilla de noche. Me di una ducha y, desnudo, me bajé a desayunar, ya limpio y por primera vez con toda el área genital depilada y oliendo mejor. Al llegar vi que la familia ya se había levantado y me sonrieron. Todos me miraron la entrepierna que se ensanchó, contenta de la atención. Me senté, tras servirme una taza de café y dar los buenos días, y todos me besaron en la boca. De nuevo los pezones de mi tía me llamaron la atención, siempre duros, y ahora conocía su sabor y textura al mordisquearlos. También los de Lania que estaban distendidos y anchos, rosados y deliciosos. Aún no los había probado.
    
    —Hoy te toca hacer lo que te digamos, Adam. En la familia lo hacemos así. Un día por semana uno sirve a todos en lo que ordenemos, el resto de días da órdenes y los días en los que nadie está sometido nos divertimos de otras formas —dijo tía Freya—. Puedes parar cuando quieras porque es tu primer día. Para que no te sientas mal, Lania también estará sometida hoy. Poneos los collares.
    
    Dejó dos collares en la mesa. Uno verde y otro rojo. Lania cogió el rojo y se lo puso ...
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