1. Detenida


    Fecha: 07/10/2017, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ¿Cariño? Sí, hola, soy yo... Acabo de salir del gimnasio. Voy para allá. ...Claro, por eso no te lo he cogido. ¿Qué tal el viaje? ¿Qué cómo estoy? Ufff... deseando verte. ...Vale, en 10 minutos estoy allí. Hasta ahora, amor. ...Yo también.
    
    Eso fue lo último que hablé con mi marido antes de la detención, así que es normal que se inquietara y se preocupara cuando al cabo de media hora no había llegado, y al cabo de hora y media no había dado señales de vida.
    
    Era verdad. Acababa de salir del gimnasio. Tenía tantas ganas de llegar a casa que ni siquiera me sequé el pelo después de una ducha rápida. Me puse el chándal, metí toda la ropa sucia en la bolsa y salí corriendo. Era noche cerrada y sin embargo la temperatura era muy agradable. Caminé con paso rápido dos manzanas hasta llegar al lugar donde había aparcado. Metí la bolsa de deporte en el maletero y las llaves en el contacto. Entre las prisas por verle, la distracción del móvil y la confianza de quien hace el mismo recorrido cada día, me salté el semáforo de la primera esquina. Lo peor es que ni me enteré hasta que me deslumbraron las luces azuladas de una moto de policía que apareció como de la nada por una de las calles transversales a la que yo ocupaba.
    
    Buah!. No me lo puedo creer, me dije a mí misma.
    
    Miré por el espejo retrovisor y comprobé muy a mi pesar que al otro lado de la calle que acababa de cruzar esperaba una fila de coches a pie de semáforo. Una fila que mi vehículo y yo debíamos estar ...
    ... encabezando y que por pura distracción había dejado a mis espaldas.
    
    La sola presencia de ese resplandor azul tuvo efecto sobre mi pie derecho, que instintivamente dejó que el acelerador se sintiera menos presionado, lo que contribuyó a su vez a que la luz que emitía aquella moto y la figura humana que la conducía estuvieran cada segundo mas cerca, hasta ponerse a mi altura y hacerme una señal con el brazo para que me detuviera. Y así lo hice, situándome en doble fila a un lado de la calzada, limitándome a esperar. Sin parar el motor, sin apagar las luces. Se me pasó de todo por la cabeza. Si le dijera que no me he dado cuenta, que iba despistada, que no vi el semáforo... estaré dándole más motivos de los que ya tiene este poli para ponerme una pedazo de multa. Si le digo que el semáforo aún estaba verde, pensará que encima de mala conductora debo creer que es idiota. ¿Y si le digo que voy con mucha prisa porque me dirijo a un hospital a ver a un familiar que acaba de tener un accidente? Vete a saber... lo mismo cuela pero luego tengo que presentar un parte médico. Ya está: le diré que tiene toda la razón del mundo, que sí, que me multe, que me lo merezco. ¿Quién sabe si poniéndome de su parte le daré pena y me dejará impune?
    
    Detuvo su moto luminosa delante de mi coche. Bajó de ella con una parsimonia desesperante y se acercó a mi ventanilla. Nunca antes había estado en esa situación así que no sabía si bastaba con bajar la ventanilla o debía apearme del coche. Me decanté por la ...
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