Detenida
Fecha: 07/10/2017,
Categorías:
Confesiones
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... mirada desafiante se encargó de ratificar.
¿Cómo dices, bonita?
"Bonita", qué confianzas, ¿no?
Digo que no voy a firmar... ¿qué le parece, agente?, le contesté con cierto rin tintín haciendo hincapié con tono sarcástico al pronunciar la palabra "agente" sílaba a sílaba.
Por su tono de voz hubiera asegurado que entonces su casco ocultaba una sonrisa bien picarona. Perdí buena dosis de vergüenza y en un intento de demostrar que le estaba desafiando pegue al asiento la parte de mi espalda que se corresponde con los riñones, sacando pecho. Pude notar como mis pezones se endurecían por segundos. La brisa que se colaba por la ventanilla y la humedad de mi camiseta tenían buena culpa de aquella reacción, pero también aquellos guantes apoyados en mi ventanilla, como queriendo invadir mi terreno.
Sin que me diera tiempo a reaccionar una de sus manos disfrazadas de negro se coló por la ventanilla y me agarró el pecho más cercano a la puerta con tal decisión y firmeza que no tuve tiempo de reaccionar antes de que la otra mano hiciera el mismo recorrido en dirección al otro pecho. Esperaba que mis brazos se agitaran impidiendo la aproximación del policía. Lejos de eso, mi espalda se estiró para que mis pechos sobresalieran aún más de mi torso agradecidos por la visita de aquellas manos descaradas. No daba crédito a lo que el tipo aquel me estaba haciendo, y sin embargo sentía tanto morbo y tanta curiosidad por saber hasta dónde estaba dispuesto a llegar que me dejé ...
... hacer mientras recorría con mi vista todo cuanto alcanzaba a ver desde dentro del coche. Me preocupaba que alguien pudiera estar viéndonos, no tanto por vergüenza como por temor a que eso hubiera roto el ritmo con que se estaban precipitando mis deseos. A estas alturas cualquier viandante no hubiera sido la salvación, sino una burla del azar. Cómo me ha puesto el cabrón este. Qué morro el tío... pero joder, ¡cómo me ha puesto! Vaya polvo tiene. En fin, al menos me libraré de la multa... Se tirará el rollo, digo yo. Lástima que se conforme con esto y que la situación no dé para más porque le chuparía hasta las pestañas.
No me reconocía a mí misma. Allí estaba yo, dentro de mi coche, a un lado de la calzada, con una camiseta mojada bajo la cual se exaltaban mis pechos puntiagudos de sorpresa y placer. Tras la ventanilla quedaba enmarcada parte de aquel uniforme. Recapacité sobre el hecho de que mientras ni siquiera le había visto la cara, ya me podía hacer una idea del tamaño de su polla que se me insinuaba desde dentro del pantalón más sutilmente que su dueño.
Pues voy a tener que detenerla..., dijo sin apartar de mi pechera sus atrevidas manos que me magreaban a través de una buena capa de piel bovina.
¿No será por resistencia a la autoridad?, ironicé.
Ignoró mi pregunta, abandonó mis pechos no sin antes pellizcar mis pezones que para entonces estaban perfectamente señalizados, y se dirigió a su moto, mostrándome su espalda y su trasero. Este se intuía duro como una ...