1. Detenida


    Fecha: 07/10/2017, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... remataba el perímetro vallado de un extenso terreno nada iluminado al que pretendía que accediéramos. La entrada estaba controlada por un guardia que se encontraba dentro de una garita a un lado de la barrera, sentado en una silla giratoria, escuchando una emisora de radio a todo volumen que anunciaba las noticias de las 23.00.
    
    Espera un momento, no te vayas, eh? me dijo en tono jocoso, mordisqueándome el cuello mientras su mano me sujetaba por la nuca.
    
    ¿Irme? Sería bien fácil irme, pero no, no pienso irme. De perdidos al río. Si he llegado hasta aquí tengo que saber qué viene ahora. Estaba bien concentrada en sus mordiscos, en su culo, y sobretodo en su polla, que había estado suspirando bajo su pantalón con cada una de sus sorpresivas caricias. Bajó del coche y se dirigió a la garita. Tardó menos de un minuto en volver a su asiento.
    
    Sigue un poco mas, ya casi estamos, me dijo mientras se desabrochaba el cinturón.
    
    Atravesamos un descampado bastante abrupto. Había coches medio colocados en filas a ambos lados de un camino que seguí intuitivamente porque no volvió a hacerme ninguna indicación. Tras recorrer unos metros quedaron atrás los coches y tan solo se adivinaban árboles deslumbrados por las luces del coche tambaleándose por los continuos baches. Detuve la marcha y él tiró del freno de mano. Quité el contacto sin retirar las llaves y tiré de la palanca que hay bajo mi asiento para echarlo para atrás. El hizo lo mismo. Bien, y ahora, ¿qué?
    
    Mi móvil rompió ...
    ... el silencio.
    
    Cógelo. Será tu marido.
    
    Le miré extrañada porque no llevo alianza.
    
    Lo pone en tu documentación. Me encantan las casadas, sois las más calentitas, dijo abalanzándose de nuevo sobre mis pechos, esta vez con la boca y las manos bien abiertas.
    
    Me di cuenta de que se me había olvidado por completo que me dirigía a casa, que hacía una semana que no veía a mi marido y que estaría esperándome desde hacía rato. Pero no era el momento de contestar ahora, así que dejé que siguiera sonando mientras me escabullía de entre sus tenazas para sacarme la camiseta mojada. Estaba deseando sentir esas manos y esa boca caliente en mis pezones, sin tela por medio. No tardó en cumplir mis deseos. Me resultaba sumamente excitante entregarme a un desconocido en una situación tan morbosa. Mi amiga Laura va a tener razón. Va a resultar verdad que los polvos rápidos con desconocidos son los mejores, pero nunca se me hubiera pasado por la imaginación que esto ocurriera en sitios distintos de una discoteca. Si follar se le da tan bien como tocarme las tetas, me muero de gusto de aquí a un rato.
    
    Sentí necesidad de tener su polla entre mis manos para sopesar su tamaño, así que liberé uno de mis brazos de los suyos, y extendí mi mano hasta su entrepierna. Fue tocarla y desear que me la encajara, sin importarme la postura, me valía cualquiera que le permitiera acoplárseme.
    
    Salió del coche y pasó por delante. Las luces le iluminaron unos segundos y apareció como al principio de la ...
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