EL TORMENTO Y EL EXTASIS (2)
Fecha: 04/08/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: Barquidas, Fuente: SexoSinTabues
... podría decirse que único de la relación Por tanto, como amar implica deseo sexual, la exigencia sensual se disparó • Así cariño mío, acaríciame… Hazme vibrar con tus manos, con tu lengua… Acaríciame Juanjo, hermanito querido… Lame mis senos, chúpamelos… Chupa mis pezoncitos… Ji, ji, ji… O mis pezonzotes… O mis pezonzazos… Juanjo atendió los requerimientos de Laura abandonando la boca y labios de su hermana para centrar su atención en toda su zona pectoral, lamiendo, chupando, libando el arrope y la miel de aquellos cántaros que más bien eran algo más que cantaritos; cantaritos, sí, pero de más que mediano tamaño… Pero como en esta vida todo tiene su fin para, a veces, superarse en algo más, también las atenciones que Juanjo dedicaba a los senos de Laura llegaron a un punto en que ella centro su demanda de atenciones en otro punto de su anatomía no menos placentero, precisamente, que sus senos. Desde un principio de este intercambio de caricias, y cuando la atención a la boca de su hermano no imponía el apoyo de sus ambas manos, estas prestaban señalado esmero a esa barra de carne de su hermano con tendencia a crecer, engordar y endurecerse bajo determinadas circunstancias, circunstancias que ella favorecía con ciertas manualidades • ¡Qué grande y gorda que se te ha puesto hermanito! ¡Y qué dura! Hermanito, Juanjo mío, métemela ya. “Porfa” cariño, que estoy que ardo. Bomberito mío, apaga mi fuego. “Porfa” hermanito, “porfa” Laura había abierto sus piernas de par en par y, ...
... apoderada de aquél “ariete”, lo llevó hasta la entrada de la parte más placentera de su cuerpo. Una vez allí el objeto de sus deseos, con ambas manos se abrió bien esa entrada a fin de que su hermanito metiera allí el anhelado “ariete”. Este fue entrando suavemente, dulcemente, en aquella “cueva”, que no era, precisamente, la de Alí Babá pero sí la de los “Mil y Un Placeres”. Cuando Laura notó “aquello” dentro de sí, llenándola de poco en poco hasta adueñarse de toda esa su más genuina feminidad llenándola hasta en su más recóndito rincón, elevó las piernas entrelazándolas en torno a ese punto de la anatomía donde la espalda pierde tan digno nombre y empiezan las piernas por los muslos, que quedaron atenazados entre ambas piernas femeninas, al tiempo que de su boca surgía un suspiro entre de alivio y satisfacción. El pubis femenino se alzó impulsado por las caderas que buscaban amoldarse, sincronizarse, con el vaivén de adelante-atrás, adelante-atrás, adelante-atrás que lasmasculinas caderas imponían. La conjunción entre ambos se hizo perfecta, acoplados, acompasados ambos cuerpos en el rítmico movimiento de vaivén, suave, cadencioso, recreándose ambos cuerpos en aquella gloriosa unión. Los gemidos, los jadeos medio ahogados, los suspiros de puro placer, de erótico amor, se adueñaban poco a poco del ambiente, especialmente protagonizados por ella, la mujer, Laura, que se sentía transportada a un paraíso hasta entonces, francamente, desconocido para ella, pues la delicadeza, ...