Mi hermano Marcos
Fecha: 04/08/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... agaché para que él pudiera disfrutar con la vista de mi sexo. No decía nada en absoluto; únicamente movía su cabeza sin sentido. Me agaché y froté mi vulva sobre su cara y boca. Él tomó entre sus labios mis labios internos y los sorbió estirándomelos hasta la saciedad; sentía como se revolvían dentro de su boca entre su lengua, que finalmente sacó y metió dentro de mi vagina.
Fatigada por las sensaciones, me senté prácticamente sobre su cara, y a pesar que mis nalgas quedaban tapándole la nariz, él no tuvo ningún problema para respirar, pues a cada lengüetazo que me daba, yo me retorcía como lombriz. Cuando ya no aguanté más, empecé a derramarme a cántaros y él, ávidamente se tragaba mi flujo. Cuando abrí los ojos recuperándome del avasallador orgasmo, vi su percha insolente que cabeceaba al ritmo de la respiración de su dueño, no lo pensé dos veces y me abalancé sobre su enorme verga para mamársela un poco y lubricarla muy bien; y hecho esto, me levanté para sentar a mi hermano en la cama, apoyándole su espalda en la cabecera y que así pudiera ver todo cuanto hiciera con él.
De pie y de espaldas a su cara, le pasé mis nalgas sobre ella, abriéndomelas para que babosease bien mi ojete, cosa que hizo sin necesidad de que yo se lo indicara. A continuación avancé lo suficiente para estar sobre su vientre. Me puse en cuclillas, siempre mostrándole obscenamente mi tremendo culo, y enderezando su dura macana que le presionaba el vientre con fuerza, lo icé y apunté el glande a ...
... mi ano… Al menos tardé cinco minutos en poder cobijar la cabezota de su verga en el interior de mi culo. Me dolía terriblemente, pero al tiempo me volvía loca de placer. Él aullaba muy bajito y por alguna extraña razón no movía ni un solo músculo. Poco a poco, y uniendo mis agudos chillidos de perra en celo a los suyos de placer, me la fui clavando entera en mi adolorido trasero. Me llenaba por completo el intestino, pero una vez acomodada dentro de mis entrañas y con el esfínter suficientemente dilatado, el dolor dejó paso al placer.
Procuraba que mi hermano contemplara como me tenía penetrada y como mis movimientos de sube y baja sacaban y metían su macanota, junto con la piel de mi culo, como si se tratara de un calcetín que enrollas al tobillo. Estuve en esta posición y con estos placenteros meneos hasta que mi hermano se vino dentro de mí. Chorreaba su semen cuando yo subía y su palote salía de mi ano, aunque también servía de lubricante para cada nueva penetración.
Cuando terminó de vaciarse, me saqué la verga del culo, y continué de espaldas a su cara, levanté mi culo delante de ella, y a un palmo de sus espantados ojos, agachada, con mis manos separé mis nalgas cuanto más pude para que mi ojete pudiera estar completamente abierto y visible. Empecé a pujar haciendo un poquito de fuerza, hasta que lentamente descargué sobre su pecho y ante su desconcierto y asombro, unas duras heces que la penetración me había aflojado. Seguí pujando, expulsando uno que otro pedo, ...