Mi hermano Marcos
Fecha: 04/08/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... posición. Con una mano sujeté su largo pene para evitar perderme los detalles, con la otra, metida entre sus piernas, separaba un poco más sus nalgas y con un dedo estimulaba su ano, clavándoselo tan hondo como pude.
Cuando hubo cumplido con mis expectativas, lo ayudé a incorporarse para ponerlo sobre el bidé. Ahora él solo se sujetaba de mis pechos. Lo senté de cara a la pared, y enjabonándome bien mis manos, le levé sus bonitas nalgas y su rosáceo ano. Cuando me harté de acariciarlo de las mil formas que se me ocurrieron, y lo penetré repetidamente con cada uno de mis dedos, lo puse de pie, ligeramente inclinado hacia delante y apoyado en la pared. Le abrí con impúdica voluptuosidad sus nalgas y besé y chupé su ano, así como absorbiéndolo con mis labios a modo de ventosa, introducía dentro de él mi afilada lengua para palparlo por dentro y disfrutar del calor y de la viscosidad que existía dentro de él.
Lo hice girar sobre el bidé, y apoyándolo en la pared, era yo quien ahora se sentaba ante él. Tomé con mi mano izquierda su enorme garrote para con ella y mi boca, ordeñarlo cuanto pudiera y saciarme de su cálido semen, al tiempo que metía dentro de su ano el pulgar de mi mano derecha para hacerlo disfrutar por ambas partes. Él gritaba como un animal extraño, al tiempo que con su mano más controlable me tenía agarrada por detrás de la cabeza haciéndome tragar su vergota hasta lo más hondo de mi garganta. Por mi parte, yo le metía mi pulgar al menos cinco centímetros ...
... dentro de su recto, pues por las razones que fuesen lo tenía dilatado como si de una buena vagina se tratara.
Nunca disfrute tanto de una bebida. Llenaba mi boca con su semen cálido y lo saboreaba como el mejor de los vinos. Cuando notaba una nueva oleada, lo tragaba degustando el esperma a lo largo de mi garganta, recibiendo así cada una de las eyaculaciones a que generosamente me invitó mi hermanito, pero procurando dejar siempre algo para untar bien mi cara y mis pechos.
Saciada de placer, lavé nuevamente su sudoroso y pringado cuerpo junto con el mío. En brazos lo llevé a la cama y allí, bocarriba e inerte, me tumbé a su lado. Todo aquello debió de ejercer una extraña reacción en su imparable sistema nervioso, pues lo dejó completamente paralizado y sin contorsión alguna. Únicamente sus ojos reflejaban el desconcierto que sentía ante tan agradables e increíbles contactos y visiones. Desnudos el uno junto al otro, ahora yo completamente agotada, me dejaba manosear y babear sin ningún pudor o sensación de asco. Pasaba sus manos por mi cara y mi cuerpo sin dejar resquicio alguno por besuquear y toquetear toscamente. Sobre todo se centraba en mis pezones, mi sexo y mis tremendas nalgas.
Así debimos de pasar más de media hora, hasta que me pude recuperar lo suficiente como para continuar con mis obligaciones. Me levanté aunque antes de hacerlo no pude resistir la tentación y quise gozar otra pizca, por lo que poniéndome a horcajadas sobre la cabeza de mi hermano, me ...