1. Mi hermano Marcos


    Fecha: 04/08/2020, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... era incapaz de expresarlo con palabras, pues solo emitía sonidos guturales difíciles de entender, salvo en sus risas o sus enfados. Esta experiencia me cambió. Ahora sé que yo misma no me conocía. Mi esposo pasaba la mayor parte del tiempo en el mar, y aunque su reiterada ausencia me hacía tener ciertas fantasías sexuales, nunca le fui infiel. Creo que por cobardía no me atrevía ni tan solo a pensar en esa posibilidad. Si a eso unimos que mis únicas amistades eran la de las mujeres de su familia, que vivíamos junto a la iglesia y que la única vida de esa aldea era la eclesiástica, ya esta todo dicho.
    
    No tuve mucho tiempo para más reflexiones, pues estando en estas, Marcos comenzó a gesticular con la mano, y al tiempo que distorsionaba la mirada entre sus piernas, estiraba su enorme dedo índice señalándose allí. Mi madre rápidamente comprendió lo que quería y me invitó a aprender como debía de comportarme en dichas ocasiones, pues él tenía necesidad de orinar. Ella trajo del cuarto de baño una extraña botella, pero instantáneamente comprendí su utilidad. Yo, ilusa de mí, me ofrecí muy voluntariosa para ayudarlo a mi hermano, y mi madre, viéndome sin duda toda una mujer viuda, no tuvo inconveniente en que así lo hiciera. Lo que no tuvimos en cuenta ninguna de las dos fueron los pensamientos y los deseos de Marcos.
    
    Bajé la cremallera del amplísimo pantalón y metiendo la mano dentro de la bragueta, encontré lo que no esperaba. Que ilusa, pensé que la tendría como cuando lo ...
    ... vestía a los diez años; ¡enorme error el mío, pero más enorme fue lo que encontré! Afortunadamente mi mamá había salido de la habitación y no pudo ver el sobresalto con el que retiré mi mano de aquella abertura. Pero sí que vi la sonrisa que ponía Marcos, aunque no sabía si era equivalente a una sonrisa real que expresaba el oculto placer que le causaba mi asombro, o solo un gesto incontrolado.
    
    Me señaló de nuevo entre sus piernas invitándome, aparentemente de forma obscena por la forma de gesticular y de retorcerse, a que volviera a meter mi mano dentro de su bragueta. Ya repuesta, aunque terriblemente confundida por el tamaño de lo que parecía haber dentro, hice un nuevo intento. Se la tuve que agarrar con toda la mano, aquella verga era como dos veces más que la de mi marido cuando la de mi esposo, bien parada, mientras que la de mi hermano estaba flácida.
    
    Tomé la botella e introduje dentro del cuello de esta, la mitad del pene, mientras que yo batallaba nerviosa meter la verga dentro del envase, a él no se le iba la sonrisa de la cara y como la botella se llenaba de orina, tuve que sacársela y tenérsela sujeta con mi mano mientras terminaba de orinar en otra botella. Entró mi madre y me dijo que no le guardara el pene, pues había que secárselo, pero después de haber tirado el orín en el inodoro. Cuando volví para "guardársela", aquello era descomunal, casi como mi antebrazo e igual de duro.
    
    La cara de Marquitos era de placer, los ojos los tenía casi en blanco y ...
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