1. Mi hermano Marcos


    Fecha: 04/08/2020, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... talle. Su cuerpo bajo las sabanas pareció convertirse en un nido de enormes serpientes retorciéndose, su cara, sin dejar de mirarme, no paraba de realizar círculos en uno u otro sentido, mientras que sus desorbitados ojos hacían el recorrido inverso al quedarse clavados en mi entrepierna. Mi rajita empezaba a humedecerse de excitación.
    
    Me volví de espaldas, hacia el balcón, para mirar y dejar que mi hermano pudiera disfrutar un rato de mis redondas nalgas, apenas cubiertas por el camisón. Después separé un poco mis muslos y me dispuse a limpiar unas inexistentes manchitas en la parte alta del cristal, de manera que el camisón se subió hasta la mitad de mi redondo y ampuloso trasero dejándolo a la vista de Marquitos y a menos de un metro de distancia. Apenas fueron unos segundos de espectáculo, pero suficientes para caldear los ánimos de los dos; me sentía una alegre pecadora seduciendo a un escuincle.
    
    De alguna parte de mi ser, nacía un gran deseo de ser contemplada y codiciada. No contenta con esto, aún de espaldas a él, me incliné como si mi nuevo objetivo fuera el limpiar alguna suciedad, también ficticia, pegada en la parte baja del cristal. Ahora mi culo quedó justo encima del colchón y tan solo a un palmo de su cara. El corto camisón se subió por encima de mis abiertas nalgas, por lo que le permití contemplar muy de cerca mis partes más guardadas y secretas durante el breve momento en que estuve rascando con la uña el cristal.
    
    Aun siendo morena, la piel entre ...
    ... mis nalgas y bordeando mi ano, esta se oscurece muchísimo, y ese color oscuro junto con el negro y sedoso vello que me nace en esa zona, hace aún mayor el contraste, dando casi la impresión de que mis nalgas son blancas. Esta piel oscura, velluda, suave y jugosa, se extiende por toda mi vulva, lo que hace que destaque enormemente, pues esta es además de labios gordos, abiertos y carnosos, pero interiormente su color se aclara para ser de "color carne", ligeramente rosa. Los labios internos los tengo muy grandes, hasta el punto de que con las piernas separadas parecen unos pequeños testículos con forma de alas.
    
    Me puse en pie y me volví con rapidez y mirada acusadora, con la intención de pillarlo en falta; y así fue, pero lejos de avergonzarse, sus ojos daban la impresión de relamerse de gusto. Con un impetuoso tirón le retiré la sábana de encima, al tiempo que le daba un rápido besito en la mejilla y le preguntaba, a sabiendas de su muda respuesta, que qué tal había dormido. Rodeé nuevamente la cama y retirando la silla de ruedas me dispuse a llevarlo al sanitario, pero no en la silla, como me dijo mi madre, sino llevándolo abrazado a mí. Como si fuera lo más natural del mundo, le giré el cuerpo poniendo sus pies fuera de la cama, me puse delante de él teniendo sus piernas entre las mías, y agachándome, procurando que a través del gran escote del camisón pudiera cruzar su mirada mi cuerpo desnudo; lo tomé del tórax para sentarlo al borde de la cama.
    
    Su cara de alegría ...
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