Familia caliente
Fecha: 13/10/2017,
Categorías:
Transexuales
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... que su mujer no sospeche nada, actuaba como siempre lo hacía, sólo que más cariñoso que de costumbre, ese era un efecto secundario generado por la culpa.
Micaela también se sentía culpable, y cada vez que se encontraba con Marta se le retorcía el corazón y le daban ganas de llorar. Su madrastra no se merecía eso, pero así era el amor, y después de todo lo que había sufrido al quedar huérfana, merecía ser feliz a toda costa.
Cada vez que se encontraban a solas, los amantes se comían a besos y se manoseaban por todas partes. No hacían el amor tanto como querían, ya que debían cuidarse. Pero aprovechaban cada oportunidad para tocarse: se rozaban las piernas por debajo de la mesa a la hora de la cena, se pellizcaban las nalgas cada vez que se encontraban en el pasillo de la casa, se besaban al encontrarse solos en cualquier rincón, se dejaban cartas de amor que leían y destruían inmediatamente para no dejar prueba de su traición.
Para hacer el amor se encontraban en algún hotel alojamiento de cualquier barrio que estuviera lo suficientemente apartado de donde vivían. Lo hacían cada tanto, porque tenían pavor de encontrarse a algún conocido. Cuando pasaban varias semanas sin haber estado juntos, cosa que para ambos era una eternidad, él la iba a visitar a la madrugada, cuando su mujer estaba completamente dormida, y en la oscuridad de la noche, saciaban en silencio sus instintos animales.
Mientras tanto, Facundo seguía fascinado con su hermana. La espiaba casi todos ...
... los días, pero como elegía hacerlo al amanecer, nunca se encontraba con Juan. Jamás se hubiese imaginado que la pose que observaba a veces a través de la mirilla, despatarrada, despeinada, y con las sábanas desordenadas, bastante diferente a la que veía comúnmente, era producto de las noches de placer que pasaba con su padrastro.
Pero la vida a veces se ríe en nuestras caras, y si aquellos traidores copulaban a pocos metros de él y su madre, casi en sus narices y nunca los pudo descubrir, una tarde, de pura casualidad, yendo al centro a comprar unos CDS, los vio entrando en uno de esos hoteles donde se encontraban.
Le costó asimilar lo que estaba viendo. Al principio creyó que estaba equivocado, que no se trataba de ellos sino de otras personas con apariencia similar. También se cuestionó si el lugar en que habían entrado era realmente un hotel, quizá iban a un local al lado del hotel y él interpretó mal las cosas. Como iba en colectivo, la visión duró unos pocos segundos y pudo haber entendido mal las cosas. Sin embargo, luego de meditar, empezó a atar cabos, y muchos detalles a los que antes no daba importancia, ahora cobraban dimensiones totalmente diferentes: los gestos que se hacían durante la cena, como si no fuese necesario comunicarse con palabras porque se entendían con solo mirarse; la corta distancia física que había entre ellos siempre que los veía en casa, como si sus cuerpos pidieran estar juntos; las miradas que le propinaba él cada vez que ella nombraba a ...