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Viaje al infierno (1)
Fecha: 01/10/2020, Categorías: Primera Vez Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos
... deseable; absolutamente deseable; extremadamente deseable… Claro que, pensó, aquí y ahora, en estas condiciones, una escoba con faldas resultaría casi deseable… Se llevó, como la vez anterior, la mano derecha al borde de la visera del casco, con los dedos extendidos, casi rígidos, y saludó dedicando una sonrisa a la mujer Se sonrieron mutuamente por un par de minutos y luego ella se volvió hacia sus soldados, hablándoles en su lengua, tras lo que empezaron a moverse, marchándose de aquel lugar, en tanto Günter von Labnitz se volvía para continuar su camino. Según los rusos se marchaban, se cruzaban con los hombres de von Labnitz, que, curiosos, los miraban al pasar junto a ellos. Entonces se escuchaba cómo los “ruskis” decían al pasar junto a los alemanes Las bravatas del oficial de las SS se quedaron en eso, bravatas. Desde luego que presentó su escrito de quejas al comandante jefe del batallón 3/295, y este, simplemente, se limitó a darle curso hasta el coronel jefe del regimiento 295, el cual, a su vez, elevó el escrito al general de la división. Vamos, que allí se pasaban la “patata caliente” de unos a otros. Pero el general de la división pensó que de allí aquello no debía de pasar. Llamó al capitán reclamante y le hizo ver lo improcedente que resultaría tomar medida alguna contra el capitán Günter von Labnitz tras lo que acababa de hacer, rechazar el ataque de una considerable fuerza soviética. Los hombres se desmoralizarían si tal cosa se hacía. El capitán ...
... SS hasta se atrevió a amenazar al general con hacer llegar su protesta hasta Berlín, pero el general le repuso que Berlín estaba lejos y que, amenazar a un superior en las condiciones en que se encontraban, cercados, podría interpretarse como insubordinación ante el enemigo, con lo que podría hacerle fusilar a él en ese mismo instante, con lo que el capitán-policía del partido nazi consideró más oportuno “envainársela”. Eso sí, rumiando fiera venganza contra von Labnitz y contra el mismísimo general cuando su gran Fürer liberara Stalingrado, según tenía prometido. Hasta el Fürer Adolf Hitller se enteraría de tamaña afrenta a él infringida. En fin, que antes que sanciones, lo que el capitán Günter von Labnitz obtuvo fue el ascenso a mayor (En el Ejército alemán, antes y ahora, el empleo de comandante se denomina así, mayor) y la Cruz de Hierro de 1ª Clase, ya que de antes poseía la de 2ª Clase. Así, el nuevo comandante pasó a comandar el batallón 3/295, ya que su antiguo comandante, ascendido a teniente coronel, pasó a la plana mayor de otro regimiento, el 361. Días después ocurrió un suceso de lo más penoso. El sargento Joachin Brunk, el amigo de von Labnitz, recibió una carta de su casa, de su mujer. La empezó a leer; acabó de leerla y se quedó un momento como alelado; quieto, con la vista fija en la pared, pálido, muy, muy pálido, y callado. Pero al momento prorrumpió en maldiciones y jurando hasta en arameo. Fue un acceso de furor, emprendido contra todas las mujeres ...