Aquellas vacaciones
Fecha: 02/10/2020,
Categorías:
Confesiones
Autor: pedrocascabel, Fuente: RelatosEróticos
... hago una paja a un tío o que a mí me la hacen. Un par de amigos de clase y yo nos masturbamos juntos de vez en cuando y, si surge, pues nos hacemos pajas mutuamente. Desde luego nunca había tenido en mis manos una picha tan grande como la de Paulino y nunca se me había pasado por la cabeza mamársela a un hombre. No me arrepiento, al contrario, me ha gustado y me ha puesto caliente.
Los sábados ponen un gran mercadillo en el centro del pueblo y yo acompaño siempre a mi abuela y a la cocinera para llevar las bolsas de más peso y porque me invitan a unas raciones de caracoles picantes que me encantan. Este sábado vamos Marta y yo solos a comprar frutas y verduras. En los primeros momentos apenas me habla y se limita a efectuar las compras y a pasear por el mercadillo saludando a los vendedores que conoce. Se detiene ante un puesto de ropa interior de señora y tras mirar la mercancía me pregunta: "¿qué color te gusta más para unas bragas y un sujetador?; me parece que este negro me va a ir bien. ¿No te excita saber que me los vas a ver puestos y me los podrás quitar después?".
¿Qué puedo decir?, me pongo colorado como un tomate, el rabo crece sin parar y tengo la sensación de que se ha enterado todo el mercadillo de la frase de Marta, que se ríe, paga la compra y me lleva de vuelta a casa. Antes de entrar en la cocina me dice: "esta tarde no va a estar Paulino, procura ir antes de las tres a la caseta del jardín".
En cuanto todo el mundo se va a dormir la siesta me ...
... dirijo al jardín. La cocinera me espera tumbada fumando, envuelta en un corto albornoz que inmediatamente se quita al mismo tiempo que dice: "he pensado que mejor me ves desnuda y la ropa interior negra ya la usaremos más adelante; ¿te gusto?". Su desnudez (y la expresión de la cara que yo, no se muy bien por qué, identifico con vicio) me excitan y en seguida estoy con el rabo tieso y duro. No puedo evitar, no sin temor, hacer una pregunta que lleva varios días rondándome la cabeza: "¿tengo la polla grande o pequeña?". Marta se ríe con ganas y me contesta algo que después le he agradecido toda mi vida por la carga de autoestima que me supuso: "chaval, tienes una polla estupenda, grande, bonita y capaz de darle gusto a cualquier mujer u hombre con quien te acuestes. No se puede comparar con el pollón de Paulino porque así de tremendas hay pocas, pero tranquilo que está muy bien y me encanta, así que ven que te la como un ratito que hoy vas a follar".
Dicho y hecho: me quita el bañador que llevo puesto, me arrodillo en la colchoneta junto a su cabeza ("si ya está tiesa, maricón") y se abalanza sobre el rabo para chuparlo. Durante un rato besa, chupa y mordisquea mi polla de manera que rápidamente estoy tan excitado que tiene que dejar de hacerlo ("vaya, Alfredito, qué cachondo te estás poniendo"). Me tumba boca arriba y se sube encima de mí poniendo una rodilla a cada lado de mis caderas ("pimpollo, por fin vas a follar, vas a ser todo un hombre"); acaricia mi rabo varias veces ...