Carne tierna para dos abuelitos
Fecha: 12/10/2020,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Alita_oni, Fuente: CuentoRelatos
... he grabado cuando follamos en la cocina.
—¿Eh? ¿Que qué has hecho? … ¿QUÉ ME ESTÁS DICIENDO? —Se lo mostraré a papá a menos que hagas algo por mí.
—No te atreverías, puta.
—¿A qué no? He visto el vídeo solo una vez y se nota que eres tú el que insiste cogerme –la verdad es que me he hecho un montón de pajitas muy ricas viendo varias veces ese video.
—¿Quieres dinero, eso quieres maldita ramera?
—Vas a ser mi esclavo, Sebastián. Y la única orden es que sientes tu puta cabeza. Que elijas una chica decente y te pongas serio. Y si quieres montar a tu nueva novia, lo harás LEJOS de aquí. No pienso volver a soportar tus griteríos tras la pared de mi habitación.
—¿En serio? ¿Es todo? Creo que puedo hacerlo.
—Te recomiendo que busques novia ya, que de mí no volverás a obtener carne -Me quité la braguita y la tiré en su cara.
—¡Jaja!, flaca, si no existieras te inventaría –dijo oliéndola. Me arrodillé frente a su imponente verga. No tardó mucho en ponerse a tope gracias a mis manitas y lengüita, que si algo he aprendido desde que me he convertido en la putita de mi instructor, es mamar vergas. Puse la puntita de mi lengua en el glande y jugué un poco con ese agujerito en el centro, eso lo volvió loco y quiso salirse de encima porque se ve que aún no se acostumbra a mis mañas. Pero no pudo escaparse porque yo atajaba fuerte su tronco con ambas manitas. Empecé a mordisquear la cabecita de su enorme pija, mirándolo y contemplando cómo ponía una cara retorcida. ...
... Envié una mano entre sus huevos y su culo, ahí donde es tan sensible y empecé a acariciarlo con mi dedito corazón. Eso lo puso más loco y se tuvo que morder una almohada. Yo estoy acostumbrada a que me tomen del cabello para que me cojan la boca, pero como mi hermano es algo menso yo tuve que hacer todo el trabajo. Metí su tranca hasta el fondo de mi garganta, hasta que ya no pude respirar, luego lo retiré un poquito y seguí ensalivando. Sebastián gemía demasiado pero por suerte su música estaba un poquito fuerte, pero si aumentaba sus gritos papá podría escucharnos. Eso me puso a cien, así que lamí con mucha fuerza ese vergon y acaricié esos huevos para verlo sufrir. Puso sus ojos en blanco y con una cara horrible se derramo en mi boca, yo me aseguré de succionar muy fuerte y exprimirlo bien, que por la experiencia sé que a veces quedan gotitas que les cuesta salir de la uretra. Quería tener toda su lechita, pero no para tragarla. Cogí su camiseta de Peñarol. Yo soy hincha de Nacional, así que escupí todo su semen caliente en su camiseta con mucho cariño. No lo vio pues se tiró en su cama para descansar. Me reí y me subí encima de él, más le valía al cabroncito volver a poner a tope ese pitote, que yo no me iría de su habitación sin una buena ración de carne porque mi padre me ha dejado cachondísima.
—Ufff… flaquita, ¿qué haces? Pensé que nunca te subirías a mi cama.
—Te voy a besar, Sebastián.
—Ni lo pienses, ¡aléjate! Eso es asqueroso, tienes los labios repletos de ...