1. Carne tierna para dos abuelitos


    Fecha: 12/10/2020, Categorías: Infidelidad Autor: Alita_oni, Fuente: CuentoRelatos

    ... olvidarte para siempre de ese exnovio, Rocío? No recuerdo en mi vida haber estado tan caliente. Ya estaba harta de ir tirando balones fuera, por mí, que entraran todos los balones de una puta vez. Así que le sonreí y le respondí:
    
    —¡Síiii! Fui tomada de los brazos hasta el escritorio en donde estaban las boletas de inscripciones y algunas medallas. Me hicieron acostar allí, con mis tetas aplastándose contra los papeles. Uno de ellos subio mi faldita y el otro bajó el calzon hasta las rodillas, y juntos empezaron a sobar mi culito con sus rugosas manos.
    
    —Qué precioso culo, mira Alberto, carne magra, ¿hace cuánto que no vemos algo así? Me dieron unas cuantas nalgadas y apretaron mucho, me dolió un poquito pero me dejé hacer porque aún me faltaba recorrer un largo camino para concretar mi plan maestro. Sentí las gruesas manos de uno restregarse por mi pepita, separando hábilmente mis pequeños labios vaginales. Di un respingo cuando sentí su tibia lengua recorrerme mis carnes inferiores.
    
    —Ayyyy, me gusta muchooo ssseñor… qué ricoooo por dioooss….
    
    —Oye Rocío, ¿ya practicaste sexo anal? Seguro que Alberto va a cogerte por tu pepita, yo quiero usar este culito tierno que tienes.
    
    —Nnnoooo… por favor noooo señor Jorge… solo aguanto hasta tres dedos… ufff… pero me dueleee cuando lo hacen….
    
    —Eso es porque no te lo han hecho bien. Llevó sus manos hasta mi boca y me pidió que lo lamiera. Pasé mi lengua por y entre cada uno de sus arrugados dedos. Yo estaba demasiado ...
    ... caliente pues su amigo Alberto chupaba y succionaba mis carnecitas tiernas, cuando él lamía mi puntito yo mordía los dedos de Jorge porque me volvía loquísima. Al terminar de humedecer sus dedos, me pidió que separara mis nalguitas con mis manos. Cuando lo hice, sentí un cuajo caerse en mi ano y posteriormente su dedo se introdujo. A esas alturas yo podía aguantarlo bien. Me folló con su dedo un buen ratito, lento y tierno, no como esos negros cabrones o mi instructor. Los dos abuelos me hacían ver las estrellas, mi baba caía sobre las medallas y las hojas del escritorio de lo rico que se sentía. Mis piernas temblaban porque nunca en la vida pensé que existirían machos así de hábiles. Al meter su segundo dedo casi ni gemí del dolor, pero cuando llego el tercero volví a chillar y a quejarme mucho. Me dijo que me relajara, que aflojara la presión de mi culito, que era la única forma de avanzar. Su amigo Alberto le ayudó, empezó a estimular a mi chorreante clítoris con la puntita de su lengua. Yo quería morirme, era una puta delicia, sentía un poquito de vértigo por lo bien que lo hacía el malnacido.
    
    —Diossss… mmmmíooooo… me voy a volvvver… looocaaaa…
    
    —Aguanta Rocío, siento que tu culito está cediendo. Ufff… pues sí, ya están entrando bien mis tres dedos.
    
    —Métameeee… másss… señoooorr…. másss dedosss…
    
    —No, chica, por lo que veo, falta mucho para que puedas recibir una verga en tu culo. Pero oye, al menos he abierto un poquito más la brecha. Supongo que le dejaré el honor a ...
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