Carne tierna para dos abuelitos
Fecha: 12/10/2020,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Alita_oni, Fuente: CuentoRelatos
... algún otro afortunado. El hijo de la grandísima puta quitó sus dedos y me dio un beso en el ano. Fue la primera vez que alguien lo hizo, me corrí fuertísimo, berreé como una putita barata y arqueé mi espalda. Fue demasiado rico para ser verdad, en serio esos viejos me estaban haciendo gozar más de lo que yo creía posible, me iba a desmayar de la ricura, de la masturbada que me hacía su amigo y de la lengua áspera que jugaba en mi culo.
—Ayyyy diosssssss…. mbuffff… me vooyyyy a moooriiiiiiiirrrr de gusto cabronessss…. La lengua de Jorge abandonó mi culito y él se dirigió al otro lado del escritorio para ver mis vidriosos ojos. Yo estaba rojísima, muy sudada y con saliva colgándoseme de la boca, se suponía que yo era una putita con algo de experiencia pero esos maduros me demostraron que no. Jorge tomó de mi cabello y puso la punta de su verga en mi boquita. Era un mástil enorme, restregó por mi carita sus huevos y su tranca. Yo abrí la boca y engullí como buena chica que soy. Alberto por su parte me tomó de la cinturita y dispuso su tranca en mi humedecida e hinchada rajita. Cuando la verga entró un poquito, dio un empujón violento que me hizo ver estrellas. El infeliz me atravesó toda, tocó carnes que yo no sabía que tenía adentro y removió mis carnes. Yo lloré un poquito y quise protestar, pero poco podía decir si la enorme verga del señor Jorge me llenaba la boquita hasta la garganta. No tenían piedad de mis gárgaras, apenas podía respirar y mi pequeño cuerpito era ...
... vilmente embestido por ambos frentes. Alberto empezó a darme nalgadas dolorosas, yo arañaba la madera del escritorio como queriendo escaparme de esos dos monstruos sexuales, pero ellos eran muy fuertes y además la putita dentro de mí me exigía carne, carne, carne y más carne. Me dieron unos gloriosos segundos para descansar. Yo respiraba agitadamente y trataba de pensar con claridad, pero ellos aún querían darme duro y yo buscaba una banderita blanca. Y de nuevo, sin tregua, me pusieron boca arriba y se intercambiaron los roles. Fue el pollón de Alberto el que empezó a cogerme violentamente la boquita al tiempo en que sus dedos estrujaban mis pezonsitos. Mi boca se llenó de los jugos de él y los de mi conejita, me puse muy caliente al saborearlos. Por otro lado Jorge reventaba mi tierno conejito, me dolía mucho carajo, parecía que iba a desgarrarme. Con mis últimas fuerzas, saqué el venoso pito de mi boca y aproveché para rogarles:
—Piieedddaaaad… hijooos de putassssss…. Ufff uffff… diosssss míooo… Piedaaaaddddd…De poco sirvió, Alberto me quiso callar de un vergazo, pero yo cerré la boca porque en serio yo quería descansar un ratito. El apretó mi naricita y, segundos después, no me quedó otra que abrir la boquita para respirar… el cabronazo aprovechó y me la metió hasta la campanilla. A esas alturas, los negros, el entrenador o mi hermanito ya se hubieran corrido. Yo estaba acostumbrada a ellos, pero no a esos maestros del sexo. Mi segundo orgasmo era inminente, pero los ...