1. Carne tierna para dos abuelitos


    Fecha: 12/10/2020, Categorías: Infidelidad Autor: Alita_oni, Fuente: CuentoRelatos

    ... bulto.
    
    —¡Nadie nunca más me querrá, señor Jorge!
    
    —No digas eso, me voy a cansar de decirte que eres una chica muy hermosa. Si tuviera veinte, ten por seguro que estaría detrás de ti todo el tiempo.
    
    —¡Y yo también, chiquilla, te diría un montón de guarrerías, jaja! –dijo Alberto, levantando su habano.
    
    —Tranquilo Alberto, no te pases y controla tu lengua, que ella tiene la edad de tu nieta Sofía.
    
    —¿Qué me tranquilice yo? Eres tú el que la está abrazando demasiado apretado, hombre. Además, para mí tiene un aire a Rosalba, tu nieta. La verdad es que me estaba molestando un poquito que solo fueran capaces de pensar en sus malditas y tiernas nietas, así que decidí seguir estirando la situación hacia donde yo quería.
    
    —¿Qué clase de guarrerías me dirías, señor Alberto? –le miré con mis acuosos ojitos.
    
    —Pues tengo un montón en mi repertorio pero no te los voy a decir, ¡que no quiero corromperte! Sonreí un poco. Me di cuenta que hasta ese momento Jorge no me soltaba de sus brazos, le miré y le di un beso en la mejilla para susurrarle “Muchas gracias por levantarme el ánimo”. Me abrazó muy fuerte con una gran sonrisa mientras ya podía sentir poco a poco su vergon erecto bajo su pantalón, rozándose contra mi muslo juguetón. Me salí del abrazo y me acerqué a Alberto. Como él estaba sentado, aproveché y me senté en sus piernas. No me gustaba mucho ese olor pesado a habano pero debía aguantármelo.
    
    —Ojalá consiga un novio como ustedes, señores.
    
    —Rocío, ya ...
    ... quisiera que mi esposa fuera tan coqueta como tú. A él también le besé su mejilla, no sin antes gemir levemente a centímetros de su oído. En cuestión de segundos su tranca se podía sentir bajo mis muslitos. Y así, sonriente, llevé accidentalmente mi mano en su paquete y puse una carita de sorprendida. Los dos viejos me miraban con asombro.
    
    —Lo… Lo siento, Rocío, por favor sal de encima, qué vergüenza, vaya no sé dónde meter mi cara.
    
    —No se avergüence, Señor Alberto. Me sorprende y me halaga, no sabía que a su edad aún puedan levantar al soldadito.
    
    —Jaja, te equivocas Rocío, claro que podemos. Y con la experiencia que tenemos, podemos guerrear de maneras que tu exnovio nunca podrá. Jorge se acercó a nosotros y me tomó de la otra manita. Me la llevó hasta su enorme erección y yo fingí asombrarme, pero luego agarré esa enorme tranca que parecía iba a reventar su pantalón:
    
    —Pues sí, niña, ¿o crees que tener canas y barriga nos quita el deseo sexual?
    
    —Diossss… vaya, señor Jorge, es TREMENDO. Ufff… siento envidia de sus esposas.
    
    —¡Bah! No hables de esa vieja testaruda que vas a bajar la erección.
    
    —Perdón señor, pero realmente ellas se están perdiendo de grandes cosas. Estaba empezando a acariciar lentamente ambas trancas por sobre los pantalones. Alberto me invitó a probar una bocanada de su habano, la verdad es que tosí brutalmente porque no estoy acostumbrada. Se rieron los dos de mí un rato pero fue Jorge el que me acarició la mejilla y me dijo:
    
    —¿Quieres ...
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