La Madrastra
Fecha: 21/10/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... ya que había quedado empapada de mis propios fluidos. Cuando volví comencé a observar con detenimiento las más de 10 videos que había en la carpeta de nombre “Karel”, comprobé la fecha en la que habían sido grabadas y me percaté que la última grabación había sido justo el viernes de la semana pasada.
Todas las grabaciones eran siempre por las mañanas y además coincidían en su mayoría que siempre se realizaban los viernes y por la mañana. El hecho de que fueran los viernes era normal, ya que mi padre estaba en la consulta y yo estaba en la facultad, además la chica del servicio libraba los viernes.
Había vuelto a recuperar la compostura y me disponía a seguir visionando el resto de videos, relamiéndome de gusto ante la posibilidad de que esa misma noche poder contárselo a mi padre, cuando escuché la puerta del garaje y cerré de forma apresurada aquel portátil y corrí a dejarlo de nuevo en su sitio.
Fue un fastidio no poder ver el resto de videos y decidí no contarle nada a mi padre hasta que tuviera todos los videos en mi poder. Seguramente la verdadera razón era que necesitaba volver a ver todos y cada uno de los videos y si se lo contaba de inmediato, ya nunca volvería a verlos.
Aquel día me metí en la cama y todo lo que me había pasado hasta llegar a casa, pareció haberse esfumado por completo, tan solo tenía en la cabeza la imagen imponente de aquel macho con sus imponentes manos, su musculatura y su gran miembro follándose salvajemente a la bruja de mi ...
... madrastra. Esa noche y el resto que siguieron, mi único pensamiento giró alrededor de aquella visión, fantasías alrededor de aquel chico que se tornaron en sueños húmedos.
Durante los siguientes días no tuve la ocasión de entrar en el ordenador de Esther, por unas cosas o por otras, siempre había alguien en casa. El miércoles salí antes de la facultad y cal llegar a casa no había nadie, por lo que encontré la ocasión de volver a espiar de nuevo en el portátil.
Esta vez quería dar un paso más, entré en su correo que por cosas del destino tenía la misma clave que el ordenador. Allí leí varios correos de un tal Karel, que por lo visto era de nacionalidad cubana y trabajaba en un local de moda de Madrid como portero y seguridad, al parecer mi madrastra lo había conocido en una de sus cenas con las amiguitas del gim.
Me disponía a visionar uno de los videos de nuevo cuando volví a escuchar la puerta de la entrada… debía de ser mi madrastra que llegaba a casa, por lo que apagué el portátil lo más aprisa que pude y salí disparada de aquella habitación.
Al día siguiente un pequeño escalofría me recorrió, cuando al volver a abrir el ordenador me percaté de que la contraseña no funcionaba, la escribí de varias formas por si me había equivocado en algún número, pero nada, ya fue imposible volver a entrar.
Se había convertido en un serio traspiés, primero porque no podía volver a visionar los videos que tanto deseaba volver a ver, segundo porque no tenía nada en contra de mi ...