1. Atrapados en el tiempo


    Fecha: 22/10/2020, Categorías: Voyerismo Autor: Gab, Fuente: CuentoRelatos

    ... que era el regalo para su marido. No podía ser que llevase lencería tan sexy todos los días. El tanga se perdía hacia la mitad de su culo entre sus glúteos. Tenía un culo firme, tonificado, hacer Pilates daba resultado.
    
    Dubitativamente, puso sus manos en los extremos del tanga, y empezó a bajarlo, poco a poco. No creo que su intención fuese calentarme, la lentitud en sus movimientos serían más bien por vergüenza y pudor. Era una mujer tradicional, y se estaba desnudando enfrente de 40 personas, y a 1 metro de un chico 13 años menor. Pero el resultado fue muy sexy, y sentí con alivio que mi polla, aunque flácida, dio un pequeño salto. Me quité entonces el bóxer. Una vez su tanga cayó a sus tobillos, se lo quitó levantando los pies uno tras el otro. Seguía vestida de cintura para arriba, eso no parecía que fuese a cambiar.
    
    Poco a poco, sin mirarme, caminó hacia atrás. Cuando sus piernas contactaron con las mías, las abrió ligeramente, para acercarse más. Su culo quedó a escasos centímetros de mí. Mi corazón se iba a salir de mi pecho, y respiraba fuertemente. Mis manos temblaban. Se empezó a agachar, y sin mirarme, echó su mano derecha hacia atrás, para buscar mi polla. Antes de encontrarla, tocó mi bajo vientre con sus dedos. Parece que se llevó una sorpresa. Yo estaba depilado al 100%, también la polla. A pesar de no ser activo sexualmente, me gustaba depilarme, como veía que hacían los actores porno.
    
    Para Marina, esto debía de ser algo nuevo. Giró por primera vez ...
    ... la cabeza para mirar, y noté su cara de sorpresa cuando vio que estaba depilado. Tras unos segundos, volvió su cabeza al frente, finalmente sujetó delicadamente mi flácida polla con la mano, que estaba temblorosa. Para ella esta situación era una pesadilla. No podía pasar algo así. Tenía un marido, un hijo, esto que estaba haciendo era tabú. Aun así, era lo único que podía hacer. La mejor de las malas opciones. Si no era yo, sería uno de esos bárbaros. Noté que ella también respiraba agitadamente, y su cuerpo temblaba.
    
    En aquella incómoda posición para ella, sin mirar, Marina empezó a pajearme, lentamente. Su mano agarraba mi polla, subía y bajaba. Esta sensación era (casi) nueva para mí. A pesar de mi nerviosismo y miedo, la sensación de una mano (su mano, en particular), pajeándome lentamente, era maravillosa. Yo apoyaba mis manos en la roca, y Marina quedaba suspendida en el aire frente a mí, con la mano derecha pajeándome, y la izquierda como único apoyo de su cuerpo, sobre la roca. Me fijé en esa mano. En el dedo anular llevaba un tradicional anillo de casada.
    
    Mi polla había perdido cierta flacidez, pero seguía sin estar lo suficientemente dura para poder metérsela. Tras un minuto, giró su cabeza mientras me seguía pajeando, y preguntó con cara de cansancio, que por qué no se me levantaba. Otro minuto y Marina no aguantó más. Se levantó para descansar el brazo. Entre la gente, que seguían observando, se empezaron a oír voces. Si esto no funcionaba, alguno de esos se ...
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