1. Mi hijo y su amigo


    Fecha: 29/10/2020, Categorías: Incesto Autor: LESTERUCO, Fuente: SexoSinTabues

    ... extraordinario nadar desnudo. - traté de restarle importancia al asunto. En la penumbra, lo vi inclinarse y luego depositar su short junto a mi ropa, en el borde de la pileta. Vino directamente hacia mí. Intenté detenerlo arrojándole agua, entre grititos y risas. Se me antojó un juego cargado de erotismo. No podía pensar con claridad. Seguramente mi morbo me estaba traicionando. Y una excitación extraña se apoderaba de mí. Sin detenerse por el agua, riendo a más no poder, Damián llegó hasta mí y me rodeó con sus brazos poderosos, apretándome contra su pecho. Podía sentir mis pezones rozando su piel. Intenté zafarme y me volví, Ahora me tenía atrapada por detrás. Sus manos sobre mis pechos, sin ningún pudor. Y sobre mis nalgas, la presión de su miembro, casi erecto, casi duro. Me quemaba aquel contacto. No era el contacto normal de una madre con su hijo. Por lo menos, no para mí. Era algo más, algo que nunca había sentido. Algo que aceleró mi sangre y nubló aún más mi mente, dejándome a merced de mis instintos. Me apreté contra él, deseándolo como si fuera el último de los hombres. Y me abandoné a su abrazo por un instante. Finalmente, volví a la realidad. Me separé, conteniendo un suspiro. - Tengo frío – dije, con voz apagada, y salí de la piscina. Ya no tenía sentido ocultar mi cuerpo, estaba más allá de todo pudor. Levanté la toalla y me envolví en ella, secándome con fuerza, como si quisiera borrar la sensación que aquel contacto me había producido. - Te lastimé. - ...
    ... Damián me había seguido, y estaba parado delante de mí. El reflejo de las luces de la casa iluminaban vagamente su cuerpo desnudo, brillante. Su verga, ahora sí totalmente erecta, escandalosamente grande, me apuntaba como un dedo acusador. - No, bebé. - me dolía verlo compungido – para nada. - me esforcé por hacerlo sentir bien. El no tenía la culpa de mis sentimientos encontrados – Es que estoy cansada. Me voy a acostar. - ¿Me dejás la toalla? – nuevamente dudé, pero ya estaba todo jugado. Me despojé de la toalla y se la alcancé, besando sus labios y caminando desnuda a través del jardín hacia la casa. Subí, me terminé de secar y me metí en la cama Ninguna posibilidad de dormirme. Mi cabeza era un torbellino. Debía pensar cuidadosamente todo lo que había sucedido. La pubertad de Damián se estaba haciendo presente con toda la fuerza de su juventud, y no podía contar con mi marido para guiarlo, para ayudarlo. Debería enfrentar aquello yo sola. Pero mis instintos me estaban traicionando. Algo andaba mal. Debía sobreponerme. - ¿Estás bien, mami? – la voz de mi hijo en la oscuridad me sacó de mis cavilaciones. - Sí, bebé – le contesté con ternura – Dormíte que mañana no vas a poder jugar. - ¿Vas a venir a vernos? – me preguntó. No podía decepcionarlo. - Por supuesto. - todavía tarde un tiempo en dormirme. Por la mañana salimos temprano hacia el gimnasio del colegio, donde el equipo enfrentaba a su tradicional rival, un partido clásico al que todos daban una especial importancia. Como ...
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