Mi hijo y su amigo
Fecha: 29/10/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: LESTERUCO, Fuente: SexoSinTabues
... hacía calor, me había puesto unos pantalones de algodón y una camiseta del mismo género, que me marcaba algo el busto, nada escandaloso. El padre de uno de los compañeros de equipo de Damián, un mujeriego que ya todos conocíamos, me asedió durante un rato antes de empezar el juego. - Este baboso siempre está detrás de ti. - me susurró mi hijo al oído cuando me acerqué a desearles suerte a él y a Martín. - Sí, me parece que vamos a tener que ponerlo en vereda. - insinuó éste, con aire belicoso - No se pongan celosos – bromeé – Yo soy sólo para ustedes. - les estampé un beso a cada uno - ¡Jueguen para ganar! El partido se presentó muy parejo, todos estábamos muy tensos, pendientes del resultado. Cuando por fin sonó la chicharra final, los nuestros ganaron por apenas un punto. Fue una algarabía total, los espectadores corrimos a abrazar a los jugadores, dando rienda suelta a nuestra alegría. Abracé a Damián, que estaba todo sudado, y Martín se nos unió en un apretado trío. De pronto me hallé entre aquellos dos cuerpos atléticos, apretada entre dos pechos sudorosos, palpitantes. Algo pareció estallar dentro de mí. Ese olor a hombre, el sudor que mojaba mi piel, los brazos poderosos que me rodeaban, todo el contacto se me antojó terriblemente excitante. Se me secó la boca, y sentí mi sexo humedecerse sin remedio. Por un instante cerré los ojos, dejándome llevar por la situación, la respiración agitada y el corazón golpeando en el pecho. - ¡Vamos a festejar! – decía Damián cuando ...
... retorné a la realidad, y junto con Martín se fueron hacia el vestuario, entre cánticos victoriosos de todos los jugadores. Demoraron bastante en bañarse y vestirse, y luego vinieron a la confitería para compartir el agasajo con los ocasionales rivales, como era tradicional. Luego de un bien servido lunch, todos brindamos por la victoria. Acelerada como estaba, y con el calor que hacía, bebí dos copas de champagne y rematé con un gin tonic, de modo que para cuando salimos del gimnasio hacia casa, estaba bastante mareada. Disimulando mi estado, manejé hasta casa, estacioné el auto en el garaje, no sin dificultad, y finalmente me encontré en la sala, derrumbándome en el sofá. - ¡Marian! - Martín me miraba divertido - ¿Estás bien?- Síii. - contesté risueña, con la alegría que produce el alcohol - . un poco borrachita. - Te llevamos al dormitorio. - ofreció Damián. - ¡Nooo! – me rebelé - ¡Ya me quieren mandar a dormir la mona! – reía - ¡No estoy tan borracha! - Bueno, como quieras. - Damián me miraba divertido – Nosotros nos vamos a la pileta. - Yo voy también. - me paré, y caminé con pasos algo vacilantes por el jardín hasta sentarme en una de las reposeras junto a la piscina. Ellos se me quedaron mirando un instante. - ¿Vieron que estoy bien? – Les dije – ¿Se van a poner las mallas? - Yo voy a nadar desnudo. - dijo Damián con toda naturalidad. Sus palabras tuvieron como un efecto mágico en mí. Como si el alcohol hubiera derrumbado todos mis prejuicios, mi interés se concentró ...