1. Mi hijo y su amigo


    Fecha: 29/10/2020, Categorías: Incesto Autor: LESTERUCO, Fuente: SexoSinTabues

    ... todo en su cuerpo, conforme se iba sacando la ropa. La camiseta, las zapatillas, las medias, el short. A esta altura, ya mi respiración se había agitado. Entrecerré los ojos para no delatar mi mirada cuando él se bajó los calzoncillos, denudando su miembro sin pudor alguno. - ¡Dale Martín, metéte vos también! Era evidente que yo no estaba en mis cabales totalmente, pues de lo contrario debía haber detenido aquello en ese momento. En cambio, me acomodé lo más tranquila para gozar del espectáculo de Martín desnudándose. El pareció dudar un instante, pero finalmente comenzó a quitarse la ropa, con una lentitud que para mis instintos desbocados resultaba exasperante. No pude verle la verga pues tan pronto se quitó el calzoncillo se tiró al agua. Y me quedé con las ganas, mi sexo palpitaba, empapado, y mis pezones se marcaban en mi camiseta escandalosamente. Por un instante la razón volvió a mí, y dejé de observar, recostándome y cerrando los ojos. Traté de tranquilizarme. No debía adoptar ninguna actitud sospechosa, y restarle importancia a la situación. Ya encontraría más tarde la forma de hablar con ellos de todo esto, de sus cuerpos, de su desarrollo, de sus nacientes deseos. Pero en medio de todos estos razonamientos, me descubrí excitada. Descubrí mi propio deseo de admirar sus cuerpos, y recordé la sensación de esa mañana, apretada entre sus pechos sudorosos. Debía reconocerlo, ejercían una morbosa atracción sobre mí. - ¡Está fantástica, mami! – Decía Damián - ¡Metéte vos ...
    ... también! - ¡Sí, Marian, está fantástica! – corroboró Martín La tentación era grande, sabía que si me metía al agua, en algún momento se acercarían para abrazarme, desnudos. Creo que el alcohol me jugó en ese momento una mala pasada, porque sucumbí conscientemente al deseo. Debo admitirlo, lo que pasó a partir de ese momento debía haberse evitado. Llevada por la fuerza de mi lívido, me levanté de la reposera, alisándome el cabello, en un maquinal gesto de seducción, como si no se tratara de mi hijo y su amigo del alma, sino de dos hombres que quería provocar. - ¿Seguro está linda? – me agaché y metí mi mano en el agua. - ¡Sí, Marian, metéte que está buenísima! – insistió Martín, recorriendo mi cuerpo con su mirada brillante. - Pero me da pereza subir a ponerme la malla. - me hice desear, quería tenerlos pendientes de mí. - ¡Y no te la pongas! – sabía que Damián diría aquello. - ¡No me voy a meter desnuda! – ahora mi juego era totalmente intencionado. Los tenía a mi merced, y no sentía escrúpulo alguno. Estaba totalmente desatada, obedeciendo sólo a mis instintos. - ¡Dale, no me vas a decir que te da vergüenza! – Damián me presionaba. - No. con ustedes no. - fingí dudar, pero estaba totalmente decidida – Pero si se entera alguien. - Nosotros no se lo vamos a decir a nadie. - la mirada de Martín era de total ansiedad - ¿A nadie. nadie? – Le sonreí provocativa, jugando con el elástico de mi pantalón y con sus sentidos. - ¡A nadie! – Martín se moría de ganas de que me desnudara de ...
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