1. Mi hijo y su amigo


    Fecha: 29/10/2020, Categorías: Incesto Autor: LESTERUCO, Fuente: SexoSinTabues

    ... hacer. No quería darle a la situación una carga de lívido que no debía tener. Y por el otro lado, realmente me daba vergüenza desnudarme delante de ellos. No sabía porqué. - Claro que no tiene nada de malo. - acepté el razonamiento – pero ahora tengo algo de sueño, me voy a dormir una siesta. – sonriendo, zafé de la situación dejando la discusión para mejor oportunidad. ¿Se adivinaba cierto desencanto en las miradas de ellos? – Ustedes pueden aprovechar para estudiar algo. - Si, vamos a mi cuarto – propuso Damián y los tres nos dirigimos al interior. Entré a mi dormitorio y corrí las cortinas, dejando el ambiente en semipenumbras. Me quité la bata y me paré desnuda frente al espejo, pasándome crema por todo el cuerpo. - ¡Mami!. - Damián irrumpió en el cuarto -. ¡Perdón! – amagó retroceder cerrando la puerta. Tapé mis pechos con un brazo y mi pubis con la otra mano. - ¡Tranquilo! – lo calmé - ¿Qué querías? – mi voz era amigable, no quería que se sintiera mal La puerta que no había llegado a cerrarse se abrió lentamente. Me paré de costado, tratando de que no pudiera verme totalmente, pero no intenté vestirme. De alguna forma, esperaba que esto sucediera. - ¿Podrías traducirnos unas cosas del inglés? – en la semipenumbra, podía sentir los ojos de mi hijo recorriendo mi anatomía. - Iba a dormir un rato. - hablé bajito - ¿Es mucho? - N-no . - le temblaba la voz – Un párrafo. - Bueno – susurré – Me pongo algo encima y voy. - Sos divina, mami. - no estaba muy segura del sentido de ...
    ... su frase. Cuando Damián salió de mi cuarto, el corazón me daba golpes en el pecho. Una rara excitación se apoderó de mí. Busqué en el armario, y encontré lo que buscaba, una bata de seda blanca, muy leve. Al anudar la faja en la cintura, se adhirió casi a mi piel, delineando mi cuerpo sugestivamente. Me acomodé el cabello y fui al estudio donde estaban los chicos estudiando. Abrí la puerta y entré, caminando hacia ellos, sin quitarles la vista de encima. Sentía mis pechos moverse al compás de mi andar, y la seda acariciaba mi piel. Los dos pares de ojos se agrandaban maravillados. Me sentí adorada. - A ver. - me incliné sobre la computador - ¿Que quieren que les traduzca? - Esto, aquí. - Damián me señalaba un texto bastante simple . De reojo podía ver los ojos de Martín asomándose a mi escote. - ¡Pero, bebé! – sonreí - ¡Esto es muy simple, ustedes deben poder traducirlo. ! - Es que. - pareció cohibirse - . no estamos muy seguros. - Bueno, les ayudo. - me paseaba por el estudio, frente a ellos, que no cesaban de mirarme mientras trataban de traducir. Lo que normalmente nos hubiera tomado cinco minutos, nos llevó media hora para terminar. - Gracias, Marian – dijo Martín cuando volvía a mi dormitorio – Sos una diosa. Recostada desnuda en la cama, reflexioné sobre todo lo que me había pasado aquel día. Algo que no comprendía. Y me inquietaba sobremanera. Me sentía sucia, culpable, pero . ¿de qué?¿ Qué era lo que me horrorizaba tanto? En realidad, lo sabía, estaba jugando con el ...