1. Luna, mi hermana desconocida


    Fecha: 02/12/2020, Categorías: Transexuales Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... amiga.
    
    Me dio mucha ternura estar tan cerca de mi hermanita. ¿Ella sabría de mi existencia? Quizá también me conocía de las redes sociales y por eso me miraba con la misma insistencia con que yo la miraba.
    
    O quizá sólo me miraba porque le parecía un tipo interesante… Y en ese punto mi parte más perversa desplazó a la más sensata. Cada movimiento que hacía era exquisito. Su sonrisa me encandilaba, sus ojos me fascinaban, su cuerpo, esbelto, elástico, ágil, y sensual, me maravillaban. En un momento me encontré bailando solo, muy cerca de ella. Había dejado a la gordita bailando con otro tipo. Me sentía un poco ridículo, pero el alcohol que había consumido se encargó de sofocar esos sentimientos negativos.
    
    De repente Luna se me acerca.
    
    — Hola ¿te conozco? — me pregunta, sin dejar de bailar. Cosa que me tomó por sorpresa.
    
    — Creo que no. — dije, cauteloso.
    
    — Como me mirabas mucho… — me dijo sonriendo.
    
    Yo pensaba qué decirle. “te miraba porque creo que sos mi hermana”, pensé. Pero era muy exagerado decirle las cosas tan directamente. “pensándolo bien, creo que sí te conozco”, pensé en decirle después, creyendo que eso me ayudaría a llevar la conversación hacia donde yo quería. Pero lo que le dije fue muy distinto a las dos frases que se me ocurrieron primero.
    
    — Sólo te miraba porque sos muy linda.
    
    Ella rio, y luego intentó parecer seria.
    
    — Pero creo que sos muy grande para mí. — dijo, casi gritando, para hacerse oír en medio del barullo.
    
    — Solo ...
    ... tengo treinta. — le dije. — pensé que a las chicas le gustaban los tipos más grandes.
    
    — Sí, pero no tanto. — me contestó ella, con simpatía. Parecía que quería que la convenza de que estaba equivocada. — yo tengo dieciocho. Me siento una beba al lado tuyo.
    
    — Sos una bebota. — le dije yo, y ella rio. — podemos hacer de cuenta que soy tu hermano mayor. — agregué. — y te defiendo de los sátiros que quieren acosarte.
    
    Ahí empezamos a bailar. Se sentía muy rico poner la mano en su cintura, y percibir así la curva de su cuerpo. Era muy simpática. Nada que ver con la chica agrandada que me había imaginado. No hablamos mucho. Incluso cuando la invité un trago sólo nos dijimos cosas básicas.
    
    En un momento me dijo que ya tenía que irse con las amigas. No me animé a pedirle el número. Y de hecho pensé que lo mejor era no volver a verla. No tenía que alimentar esos deseos retorcidos por ella. Pero cuando nos estábamos despidiendo Luna me miró a los labios, y yo pensé que quería que la besara. No lo hice. Pero ella acercó sus labios rojos como frutilla, y besó los míos. Fue el beso más lindo del mundo: un beso que tenía la ternura fraternal de una hermanita menor, y la lujuria atrevida de una adolescente caliente.
    
    Me sacó el celular del bolsillo de mi pantalón y anotó su número.
    
    — Llamame. — me dijo. Y a pesar de que lo dijo con dulzura, era una orden.
    
    5
    
    No llamé. Al menos la primera semana no lo hice. Ya para la segunda buscaba su número y comenzaba a escribir unas ...
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