1. Nines II


    Fecha: 27/12/2020, Categorías: Erotismo y amor Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... daban, con las calificaciones que al mando habíamos merecido.
    
    Seguramente no os lo creáis, pero os digo una cosa: Yo no me fui a la “Mili” sino que me llevaron forzosamente y todo el tiempo que permanecí en filas estuve deseando licenciarme. Serví en Infantería, en el hoy desaparecido Regimiento Infantería “Covadonga” nº 5; la patrona de la Infantería española es la Inmaculada Concepción, cuya fiesta es el 8 de Diciembre. Pues bien, aquél año 1962, el 8 de Diciembre estaba en casa, de permiso. Pero yo era soldado de Ia Infantería española, la GLORIOSA Infantería española, y como tal soldado quise cumplimentar a mi Patrona; así que me vestí el uniforme, de permiso vestíamos siempre de paisano, pues “lucir” el uniforme, la verdad, es que no nos gustaba nada y así me fui a la iglesia, a misa. Me pasé toda la misa en correctísima posición de firmes, que creo que en toda la ”Mili” estuve más pendiente de mantener la más correcta posición militar, con la gorra descansando sobre mi brezo derecho, doblado en justo ángulo recto sin abandonar esa posición de firmes más que al alzar el sacerdote la Sagrada Forma, ...
    ... momento ese en que, reglamentariamente, hinque mi rodilla derecha en tierra. Y ¿sabéis?... Pocas veces me he sentido tan orgulloso de mí mismo como en esos momentos, pues era consciente de estar cumpliendo con mi deber. Es que, esa ha sido casi que desde siempre, una de mis máximas distintivas: Cumplir con mi deber, mi obligación, pr encima de todo.
    
    Enteramente cierto. Las mejores horas para trabajar con los clientes son la primera y la última, lo mismo por la mañana que por la tarde: Nada más abrir el cliente y cuando ya va a cerrar, tanto en la mañana comen la tarde. Cuando se llega a una plaza, pueblo o ciudad, lo primer que se hace es concertar hora con los clientes dejando para los mejores, los que más capacidad de compra tienen, esa horas, digamos, privilegiadas. Así que, si con el último de la mañana terminas cerca de las cuatro de la tarde, casi cuando tienes ya la cita con el primero de la tarde, pues haber qué haces, sin irte despendolado a trabajar con ese cliente que te espera y, si tienes luego, durante la tarde, un momento algo libre, aprovechar para meterte un buen bocadillo entre pecho y espalda. 
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