1. Nines II


    Fecha: 27/12/2020, Categorías: Erotismo y amor Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... los pueblos, pugnando a brazo partido con aquél escote, esas cinticas y demás pues, según mi “calentura” subía grados y más grados, los desnudos senos de “mi” Nines ya n me basaban, sin que quería más y más..y mucho, muchísimo, más. Fue entonces cuando ella me contuvo, aunque en forma y manera tan bonita tan especial, que ni siquiera lo pareció, pues comenzó por ofrecérseme en cuerpo y alma, en alma y cuerpo, pero que me detuvo en seco, bajándome, más instantáneamente que al segundo, la “calentura”.
    
    Antonio, mi amor; yo soy tuya, lo sabes, ¿verdad?; tuya por entero, tuya nada más. Toda, toda yo, soy tuya, hasta el ultimo recoveco de mi cuerpo de mi ser, de mi alma, incluso, es tuyo, luego, si me deseas como sé que me deseas, tómame. Toma lo que es tuyo porque yo te lo doy; porque yo me otorgo a ti, mi amor, mi vida, cariñito mío. Pero si pudieras esperar, respetarme, hasta nuestra Noche Nupcial te lo agradecería mucho, mucho, muchísimo…
    
    Claro está que me quedé desarmado, y ¡cómo no atender su súplica, rogándomelo así, como me lo hacía. Y ahí se quedó mi intento, que nunca, nunca más repetí. ¿Razones de aquello, ese tan insólito, digámosle, capricho? Nines, de siempre, había sido muy, muy, cabeza loca, y los “pantalones” le habían ido más que a un tonto un lapicero; vamos que casi, casi, desde su más tierna edad, sus doce añitos más o menos, unos “pantalones bien puestos, con fuste, la volvían loca, la sacaban de quicio.
    
    Según me confesó, entregó su “prenda ...
    ... dorada” hacia sus diecinueve años, a un compañero de Facultad, tres años mayor, que no adelantado pues ella hacía segundo de Carrera en tanto el “jincho” hacía el tercer curso. Y a lo que íbamos, pues según Nines me confesara algo después, aquella su primera “experiencia sexual”, fue un tremendo desastre para ella, con el tío buscando, sólo, su propio disfrute, pasando de de ella olímpicamente, hiriéndola incluso con desgarros en tan delicado punto de la femenina anatomía, lo más femenino, precisamente, de tal anatomía. Pero faltaba la “guinda del pastel”, pues acabar él, quedarse la mar de a gusto y dejarla tirada en medio de aquella desolación de mas que menos descampado suburbano, fue todo uno. Luego vinieron segundas, terceras, hasta cuartas experiencias, que tampoco hicieron sonar campanas, ni mucho menos. Pero bien se dice que no hay mal que cien años dure, y aquello, ese no lograr satisfacción sexual, no fue excepción, pues con el tiempo y el famoso “placer solitario”, aprendió a conocerse sexualmente con lo que supo sacar el máximo partido del tío con quién se abría de piernas.
    
    Pero también otra cosa era cierta: Que nadie nunca habíala respetado y, vamos, que ni tan siquiera ella se respetó nunca. Tuvo que empezar a salir conmigo para conocer la sensación de sentirse respetada. Y eso quería seguir sintiéndolo, experimentándolo, hasta el último momento de su soltería: El respeto con que yo venía tratándola desde que empezáramos a salir juntos, mi respeto hacia ella, en ...