Nines II
Fecha: 27/12/2020,
Categorías:
Erotismo y amor
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... fuerte; que no se note… “Que nadie sepa mi sufrir”…
Le tendí la mano en ademán de adiós definitivo pero ella, levantándose, sí, me tomó la mano, pero para tirar de mí hacia ella impidiéndome irme, marcharme, obligándome a quedarme allí, junto a ella, a su lado, a su vera
No Antonio, no; las cosas no son así, no son tan simple. Vamos a ver, dime: ¿Desde cuándo andas tras de mí que ni vives? ¿Te lo digo yo mejor? Desde hace unos ocho, casi nueve años; desde tus catorce-quince años, mis dieciséis-diecisiete. Por cierto ¿Quieres que te diga la parte de mí que más te gusta? Te lo diré aunque no quieras saberlo: Mi culo; mi culito… Ah; y mis tetas. No me perdías ojo, con esas miraditas que me echabas cuando creías que no me daba cuenta. Incendiarias de vedad, con esos ojos tuyos ladrones, embaucadores…Gitanitos. Por cierto, Toñito, cariño, que es lo mejor de ti, lo más bonito, tus ojos, tan azules… Porque lo demás… Lo siento decírtelo, pero es que de verdad, no vale nada… Lo tuyo, cariño mío, no es el físico, sino el alma, tu alma, esa inagotable capacidad tuya de querer, amar, y hacer feliz al ser amado
Lo cierto es que Nines me tenía anonadado, desquiciado, con todo eso que me decía; porque lo grande era que, lo de quererla yo, mi enamoramiento de ella, era cierto. Vamos, que me tenía más “fichao”, me conocía mejor, que la propia madre que me había parido. Y esa forma de hablarme, tan suave, tan tierna… ¡Si no parecía sino que, de verdad, me quisiera, y no como amiga, ...
... precisamente… ¡Señor, Señor, Señor!... ¿Qué era aquello, qué significaba? ¿Se burlaba de mi, poniéndome, además, la cara más angelical que en este mundo pueda darse?...
Por Dios Nines; no me tomes el pelo, no te burles de mí… Te lo ruego, Nines
Ambos seguíamos de pie, uno junto al otro, encarándonos, pero tampoco tan juntos, pues nos separaba un trecho un tanto apreciable; así que se me acercó un tanto, lo suficiente para que sus brazos alcanzaran mi cuello, medio abrazándome. Pero no fue todo eso, en esa tarde de grandes sorpresas, enormes descubrimientos, pues si no fue al unísono de abrazarme, sí sería casi, pero lo que se dice, casi a ese unísono, que sus labios acariciaron mis mejillas con un beso en el que todo era dulzura, ternura, casi, casi, hasta cariño, pero, por otra parte más que vacuo de pasión, deseo, sexualidad alguna que valiera.
No, Toñito, cariño mío, no; no me burlo de ti; cómo podría, si eres… ¡Hay Dios!... Sí, lo más importante de mi vida.
¡Pero qué dices!... Yo…
Ella me acalló, poniéndome un dedo, el índice de su mano derecha, sobre mis labios, sellándome así la boca
Cariño, escúchame atento y no te me encabrites, no me interrumpas, ¿conformes?
Calló; dejó caer sus brazos de mi cuello y, colgándose de uno de los míos, el oportuno para su brazo, tiró de mí, obligándome a andar, pasear por aquél patio, dando vueltas y vueltas alrededor del mismo, de ese como monumento a la Caballería Española que ocupaba su centro, como presidiéndolo ...