1. Nines II


    Fecha: 27/12/2020, Categorías: Erotismo y amor Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... mismo tiempo que dices… Pero que tú...
    
    Nines, a mi lado, tomó mis manos entre las suyas diciéndome
    
    Pues sí, Antonio, Toñico mío; te quiero, te quiero, amor. Eso sí, desde hace casi nada, apenas un mes desde que soy consciente, aunque claro, inconscientemente, pues cualquiera sabe, que esto no creo yo que venga de sólo un mes. Pero sí; es vedad: Te quiero, te amo, sí, te amo. Y con todas mis fuerzas, con locura, con toda mi alma
    
    Nos fundimos en un beso tierno, suave, intensamente dulce, tremendamente cariñoso. Todo él, amor, ternura, cariño, sensibilidad, sentimiento, sentimentalidad pura, sin traza alguna de sentido, sensualidad, menos de sexualidad, aunque todo se andaría hasta llegar a los besos a tornillo, con ligero mordisquito en la lengua, a comernos, mutuamente, la boca, a los más tórridos besos que imaginarse pueda, siendo entonces cuando nos apercibimos de la que a nuestro alrededor se había formado, con casi todo “guripa” que entonces estaba en Comandancia disfrutando del espectáculo que les estábamos ofreciendo, lo que impuso morigeración a ambos. Vamos, que desde aquella venturosa tarde éramos novios, y la mar de formales, además, con más que claras intenciones de casarnos tan pronto eso fuera posible.
    
    Desde luego, Nines se quedó en Madrid, conmigo, hasta que, por fin, me dieron “la Verde”, la “Carilla Militar (1) y con ella la “Licencia Indefinida”, léase, “Definitiva”, sobre el 20 de Julio, yéndonos los dos juntos al pueblo. A la llegada del ...
    ... coche de línea, el “correo” que decíamos, a la plaza Mayor, nos esperaban tanto mis padres como los de ella, y menudos abrazos y besos nos dieron a los dos, que de verse fue el abrazo que me arreó la madre de Nines, Dª Ángeles, o el que le atizó mi madre a Nines.
    
    Bueno, una cosa también es cierta, que mi madre no es que apreciara y de verdad a Nines, sino que la quería casi, casi, que si hija suya, fruto de sus entrañas, fuera. Algo bien distinto fue la acogida que nuestros futuros suegros, mi padre y el padre de ella, D. José, nos dispensaron; desde luego, ni rastro de las alharacas que mamá y Dª Ángeles nos ofrecieron, pero tampoco se quedaron tan atrás, que de verse fue el abrazo con que mi padre acogió a Nines, y el que D. José me endilgó a mí y el apretón de manos que le sucedió.
    
    Y es que, la verdad sea dicha, de muchos años, tantos como yo llevaba viviendo, nos conocíamos; me vieron, Dª Ángeles y D. José, como suele decirse, nacer y luego, tanto a Nines como a mí, crecer, hacerse ella mujer, hombre yo, y eso siempre deja huella. En fin, que, a la postre, lo mismo mis padres que los de ella, nos confesaron que, mejor novio ella, mejor novia yo, dónde íbamos a haber encontrado… Y, finalmente, pues “tutti contenti”, como suelen decir los “spaguetinis”
    
    Y el tiempo, semanas, meses, años, fue discurriendo. Nines y yo teníamos una mea, un objetivo común que alcanzar: Casarnos, máxime, a 31 de Diciembre de 1965, a dos años y medio, casi justos, de salir yo de la “mili”, ...
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