1. Tres días en Rabat


    Fecha: 28/12/2020, Categorías: Confesiones Autor: pedrocascabel, Fuente: RelatosEróticos

    ... queda poco a los dos y es ella quien primero llega al orgasmo, dando un grito fuerte, ronco, mantenido durante muchos segundos, que acaba con otro grito corto mucho más fuerte. Se derrumba sobre la cama mientras yo me meneo la polla a la búsqueda de mi necesaria corrida, que rápidamente llega, cojonuda, larga y sentida. Eyaculo sobre el cuerpo de Chusa, pringándola con muchos chorros de semen, algo que a los dos nos encanta.
    
    Nos quedamos intentando recuperar la respiración, boqueando con esa maravillosa sensación de relajo que queda tras el orgasmo, sonriéndonos y con ganas de descansar un poco. Un beso en los labios y a dormir una pequeña siesta. Cuando Chusa se corre sólo con mi polla, sin necesidad de tocarse el clítoris o de que lo haga yo, se cansa más y tarda más tiempo en recuperarse.
    
    Joder, qué pasa, qué ruido es ese, ¡qué ocurre!. Me despierto sobresaltado, ni siquiera se si estoy soñando, hasta que noto unas fuertes manos que me sujetan de los hombros mientras oigo decir en español con acento norteafricano:
    
    —Eh, españolitos, cerrad la boca y no digáis nada. ¿Hay más gente en la suite?, contestad por señas y ni os mováis
    
    Tres tíos están en la habitación, llevan la cabeza y la cara tapada con un turbante y una especie de ancho pañuelo oscuro y portan pistolas en las manos que nos enseñan como advertencia
    
    —Vaya, vaya, si estabais chingando; eh, me gusta la zorra, es una tía buena
    
    —¿Quienes sois?. ¿Que queréis?. Dejadnos en paz, por favor, llevaos el ...
    ... dinero de las carte...
    
    No he podido terminar la frase, uno de ellos me ha dado un fuerte golpe en la cara y otro un golpetazo tremendo en los huevos. Caigo al suelo y quedo dolorido y atontado, aunque noto como me levantan y me dejan de pie, con las manos a la espalda atadas a una de las verjas que sirven como puerta de la gran terraza-jardín de la habitación.
    
    —Si alguno de los dos habla o se queja, dale fuerte a este cabrón en los huevos
    
    Logro despejarme un poco para ver como Chusa está atada igual que yo a la otra cancela de la verja. Uno de los tres tíos le está tocando las tetas y le dice cosas en voz baja que no puedo oír, mientras ella mueve la cabeza a derecha e izquierda intentando evitar las lamidas que el tipo le quiere dar en la cara.
    
    —Deja a la puta, tenemos cosas más serias en las que pensar ahora, ya habrá tiempo
    
    Risas de dos de los hombres, que se juntan sentados en uno de los sofás del salón hablando en un español salpicado de giros propios de argot y palabras árabes y en francés que no entiendo. En una antigua bolsa militar uno de los hombres lleva empaquetados gruesos fajos de dinero, son billetes usados de cien dólares —llevan la cara de Benjamin Franklin— que coloca sobre una mesa baja. Otro de ellos saca de una mochila de cuero que parece pesar bastante como cien o más lingotes de oro, pequeños y no demasiado gruesos, de los que llamanasiáticos; los apila en el suelo debajo de la mesa. El tercero saca una pequeña bolsa de gamuza del bolsillo ...
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