35.3 La cruel realidad
Fecha: 23/10/2017,
Categorías:
Hetero
Autor: Albany, Fuente: CuentoRelatos
Cuando me avisaron desde recepción de que una persona preguntaba por mi les autoricé el acceso, abrí la puerta de la habitación para esperarle, había pedido que me llamaran para indicarme que había llegado y que subía, uno de los delicados detalles de Gonzalo. Sentí consternación cuando vi el estado en que se encontrada, una dolorosa sensación de dolor que oprimía mi pecho, se le notaba visiblemente desmejorado, muy delgado y con apariencia de estar enfermo.
Abracé su delgado cuerpo y permanecimos así mucho tiempo, de pie en la misma puerta abierta de la impersonal habitación del hotel. Tuve deseos de llorar pero él no derramaba una lágrima, dejaba que mis manos acariciaran con suavidad su espalda y me abrazaba sin apretarme, como si estuviera muerto.
Cerré por fin la puerta y le fui llevando hasta el borde de la cama para que tomara asiento.
-No era necesario que vinieras, pensaba llamaros mañana para que me dijeras la hora en que os venía bien que os visitara. – aunque sus labios sonreían su mirada estaba ausente y era de extrema tristeza.
-Ha sido Ál, él me ha pedido que viniera, quiere que te prepare para lo que te vas a encontrar cuando le veas. –resbalaron dos lágrimas por sus mejillas que se apresuró a limpiar con un pañuelo y volvió a su estereotipada sonrisa.
-Su estado físico está muy deteriorado y tiene apenas fuerzas para respirar.
-Pero María me dijo que había dado su aprobación para recibir un nuevo tratamiento. –no lograba entenderlo, yo ...
... esperaba encontrar noticias esperanzadoras y estaba resultando todo lo contrario.
-Hubo que suspenderlo, no resultó compatible o está muy débil para soportarlo. –le abracé y me moría de miedo, estaba aterrado y era yo el que necesitaba consuelo.
Estuvimos hablando durante unos minutos más, y a cada instante que pasaba nos encontrábamos anímicamente peor.
-Vamos a dar una vuelta y tomamos algo mientras seguimos hablando. –se lo sugerí para salir del impasse de nuestro silencioso dolor.
Me coloqué mi abrigo y salimos del hotel, tenía su coche esperándole a la puerta y le pidió a su chófer que volviera a casa ya que él tomaría un taxi para regresar.
Anduvimos unas manzanas sin hablar, juntos y a unos centímetros de distancia, pero parecía que hubiera un océano que nos separara, sujeté su brazo para que notara mi cercanía y cariño, me miró y señaló un bar que teníamos al lado.
Pidió para tomar un bourbon doble y sin hielo, quería animarme y pedí a mi vez una tónica con ginebra y limón, al principio se entretuvo dando pequeños sorbos a su bebida hasta que la finalizó y pidió otra igual. La pena me embargaba pero no quería que se diera cuenta.
-El bourbon se combina bien con la coca cola. –dije esa tontería porque no sabía cómo empezar una conversación cuando ninguno de los dos desea hablar.
-Han vuelto al anterior tratamiento, sus dolores son horribles y entonces le tienen que sedar y no se da cuenta de nada. –sujeto su mano izquierda que tiembla y lleva el vaso ...