35.3 La cruel realidad
Fecha: 23/10/2017,
Categorías:
Hetero
Autor: Albany, Fuente: CuentoRelatos
... estaban un par de enfermeras hablando en voz baja, callaron al vernos avanzar hacia una puerta cercana a ellas, pasamos por delante de la puerta de acceso y a través de los cristales puede ver una ambulancia parada ante las escalinatas.
Gonzalo abrió la puerta y entramos, era una habitación muy grande y la habían acondicionado como si fuera parte de un hospital, Ante una cama articulada estaba un chico que supuse era enfermero por su uniforme.
Cuando le vi sentí un mareo y pensé que me iba a caer al suelo. Su cabeza reposaba sobre una almohada blanca y había perdido el pelo. Su deterioro era evidente y me costaba reprimir las lágrimas.
Gonzalo me empujó para llevarme hasta la cama, tenía sus brazos extendidos a lo largo de su cuerpo y se veían moratones y marcas de las agujas que habían entrado por su piel, sus manos permanecían blancas e inertes, en su cuello le habían implantado un catéter subclavial que se veía impresionante, sus ojos permanecían cerrados y apenas tenía movimiento en su pecho, como si no respirase.
Sus labios aparecían exangües, ligeramente rosas y cuarteados, brillaban por alguna pasta de cacao que le habían aplicado, me coloqué al lado de la cama donde no había porta suero de goteo y me incliné sobre él, toqué ligeramente sus labios con los míos en un prolongado y suave beso, noté como se movían queriendo transmitirme algo.
Elevé mi cabeza, tenía sus ojos abiertos mirándome con curiosidad, cuando enfocó su visión sus labios no se movían ...
... pero vi la sonrisa en su mirada.
-Daniel. –fue un murmullo lo que salió de su boca. –sujeté su fría mano que permanecía muerta y cerró sus ojos, unos momentos después noté una ligera presión en mi mano, sus ojos me miraban pidiendo algo y sus labios se movían, me acerqué pegando mi oído a él.
-Tengo miedo. –era casi imposible oírle, apretó de nuevo mi mano.
-Cuida de él. –calló y su mano perdió fuerza, debía de haber entrado en un estado de sopor o sueño.
Gonzalo me había acercado una silla y tomé asiento en ella, mirándole sin poder pensar, la congoja hundía mi pecho y estaba espantado y muy asustado, sin poder llorar. No podía librarte de tu terrible destino mi queridísimo Ál.
No me di cuenta de que Gonzalo volvía a estar a mi lado y sujetaba mis hombros para que me levantara, tampoco sabía el tiempo que había transcurrido, imagino que habrían sido unos escasos minutos, me despedí besando sus labios de nuevo y no hubo respuesta de su parte.
Cuatro palabras había conseguido escucharle decir, puede ser que dijera algo más pero esas fueron las que pude identificar y entender.
Pensé que ya estaba allí ocupando un lugar que no me correspondía, y me pareció normal que Gonzalo me guiara de nuevo a la sala donde estuve al entrar en la casa, no hubo una despedida, desapareció y no volví a verle.
En la sala estaban unas diez personas, María y Raúl, el padre de Ál al que saludé y el resto eran desconocidos para mí, la abuela tampoco estaba allí.
Estuvimos ...