Hidden Club
Fecha: 24/01/2021,
Categorías:
Intercambios
Autor: veroydany, Fuente: RelatosEróticos
... pene saltó literalmente fuera de la prenda, completamente horizontal, y el glande resbaló por su cara.
—¡Jo, Dany! ¡Estas…! —murmuró, respirando agitadamente, mientras cerraba la mano en torno al tronco.
No vi en ella falsos pudores ni inhibición alguna. Estaba excitada, quería follar, y no lo disimulaba.
Se puso en pie, sin soltar mi erección. Mi boca y mis manos volvieron a sus senos. Marta comenzó a deslizar la mano lentamente adelante y atrás sobre el tronco. Yo me encontraba como entre nubes. Lo que había comenzado como una extraña investigación se estaba convirtiendo en la experiencia más sensual de mi vida.
Me acuclillé delante de ella. Con las manos en las ingles, separé sus labios mayores, dejando al descubierto el rosado interior de su vulva. Los menores formaban una especie de óvalo, coronado por el breve triángulo que ocultaba su clítoris. Cerré los labios en torno a él.
—¡Dany! ¡Oh, Dios…! ¡Por favor! —no percibí en su voz rechazo, sino entrega.
Con la punta de la lengua, lamí suavemente la pequeña dureza oculta. Marta se estremeció de pies a cabeza.
Segundos después, mientras Marta exhalaba pequeños gemidos rítmicos, me asió del cabello, obligándome a ponerme en pie.
—¡No puedo más! ¡Házmelo, ya! —musitó entre dientes.
Me puse en pie. Pasé la mano izquierda bajo su corva, elevando ligeramente su pierna. Con la otra mano dirigí mi extrema erección a la entrada de su vagina.
—¡Ay, Dios! —musitó en voz baja.
Empujé ligeramente. El ...
... glande se abrió camino en su interior.
—¡Dany…! ¡Oh, Dios mío! —susurró excitada.
Marta colocó el pie sobre la descalzadora y se aferró a mi espalda, respirando entrecortadamente, lo que me dejó las manos libres para abarcar con ellas sus nalgas.
Hasta entonces, yo había mantenido las rodillas ligeramente flexionadas. Las distendí muy despacio, y mi pene fue penetrando lentamente en el interior de la mujer, hasta el final.
—¡Ohhhh! ¡Ay, Dany! —musitó en mi oído, con los ojos cerrados, y el rostro contraído en una mueca de intenso placer.
La elevé a pulso, con las manos en la parte baja de sus glúteos. Marta cerró los brazos en torno a mi cuello, y sus piernas abrazaron mi cintura.
Comencé a embestirla. Al principio lentamente, pero, producto de mi extrema excitación, mis penetraciones fueron haciéndose más y más rápidas, mientras lamía y mordisqueaba ligeramente sus mejillas, su cuello… Marta me mordió el lóbulo de una oreja.
«No resisto más, voy a correrme» —me dije, intentando retrasar lo inevitable.
La mujer comenzó a convulsionar, mientras emitía gemidos guturales. Me costaba trabajo sostenerla, debido a sus movimientos descontrolados.
Eyaculé en su interior. Intensa, largamente. Marta quedó desmadejada entre mis brazos, jadeante.
—¡Uffff, Marta! —dije al fin, rompiendo el silencio que había durado unos segundos—. Eres la mujer más bonita y sensual que he conocido.
—¡Oh, vaya! —respondió, abriendo los ojos y sonriendo—. Usted tampoco está ...