Hidden Club
Fecha: 24/01/2021,
Categorías:
Intercambios
Autor: veroydany, Fuente: RelatosEróticos
... sus glúteos, que la brevedad de un tanga dejaban accesibles a mis caricias.
La boca de Marta se separó de la mía. Me miró con los ojos brillantes.
—Si el cabronazo de mi marido lo hace, yo también tengo derecho —dijo como para sí.
El vestido de cóctel se cerraba con una cremallera en la espalda. La descorrí al tacto, e introduje las manos por la abertura. Ahora, la totalidad de su tersa espalda quedaba también al alcance de mis manos.
Acerqué mi boca a la de ella, que la recibió con los labios separados, y busqué con la lengua la húmeda suavidad de la suya, mientras mis manos volvían a posarse en sus nalgas.
Marta se separó de mí lo suficiente para quitarme la americana y dejarla caer al suelo primero, para después tironear de mi camisa hasta extraer los faldones por encima del cinturón. Desabrochó rápidamente los botones, y posó las manos sobre mis tetillas. Todo esto sin que su boca, que reaccionaba a mis caricias, se separara de la mía.
Con sus movimientos, la parte delantera del vestido se deslizó, quedando detenida únicamente por los tirantes en los codos de la mujer. No llevaba sujetador, con lo que quedaron visibles los dos pechos hasta el borde de las aréolas.
Marta jadeaba ruidosamente, tenía las mejillas encendidas, y los ojos muy brillantes.
Posé los labios en su cuello, bajo la oreja, lo que causó en ella un estremecimiento, y dobló la cabeza hacia atrás.
—Mmmmm, Dany —suspiró.
Deslicé los labios hacia abajo, hasta alcanzar el ...
... principio de los senos. Marta luchaba frenéticamente con la hebilla de mi cinturón, que al fin consiguió desabrochar.
Ahora, el escote había quedado por debajo de los pechos, que se adelantaban desafiantes, con los pezones erectos.
Cerré la boca sobre una de las aréolas, y acaricié el pezón con la lengua.
—¡Oh, Dany! —exclamó con voz anhelante.
La mujer acabó de desabrochar corchete y botón, y deslizó la cremallera hacia abajo. El pantalón quedó arrugado en torno a mis tobillos. Su mano recorrió el bulto de mi erección sobre el bóxer.
Intenté liberar los tirantes de su vestido de los codos. Marta extendió los brazos hacia abajo para facilitarme la tarea, con lo que la prenda quedó como una aureola alrededor de sus zapatos. Aproveché para sujetar la cinturilla de su tanga con las manos, y le deslicé por sus largas piernas hasta cerca de las rodillas, desde donde cayó al suelo.
Me separé ligeramente para contemplarla: si ya vestida era una auténtica maravilla, desnuda constituía un maravilloso espectáculo. Recorrí con la vista su largo cuello, sus hombros, sus torneados brazos, los senos, que se mantenían juntos y tiesos sin necesidad de artificio alguno, su vientre plano, su pubis depilado, con el inicio de la separación de su vulva apenas insinuado, sus rotundas caderas, sus generosos muslos…
—Eres muy hermosa —afirmé con la voz ronca.
—Dany… —jadeó—. No puedo más…
Tiró de la cintura de mi bóxer, doblándose por la cintura para acompañarle con las manos. Mi ...