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La historia de Claudia (19)
Fecha: 26/10/2017, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
... de Inés. Fue recibida por Amalia, que la condujo al living donde el Ama estaba sentada en un sofá con Laura arrodillada a sus pies, vestida pero con un collar cuya cadena sostenía el Ama. -Bienvenida, querida. –saludó Inés alentándola a que se acercara. Paola lo hizo lentamente, impresionada por el espectáculo. Vestía una pollera marrón, blusa color crema, sin mangas, y zapatos también marrones de tacos medios. De su hombro pendía una cartera del mismo color. Inés la observó de arriba abajo, descaradamente, y le dijo sonriendo: -Mi cachorra te describió muy bien... Sos muy hermosa, ¿lo sabías? –e inmediatamente, con gesto imperativo, le ordenó que dejara la cartera en el piso y se sentara junto a ella. Paola obedeció sintiendo que el momento la trascendía dejándola desarmada ante esa mujer de mirada penetrante y modales autoritarios. -Bueno, contame. –le dijo Inés. -¿Así que te gusta mi esclavita? -Señora, yo... –musitó Paola con la cabeza gacha y cada vez más nerviosa. -Te hice una pregunta, querida, y cuando pregunto se me contesta. –la apremió Inés. -Sí, señora... Laura me gusta... me gusta mucho... -Bueno, te entiendo... mi cachorra es muy linda... ¡y si vieras lo buena que es en la cama!... -Señora, yo... yo no sé qué hago aquí... -¡Vamos, Paolita! ¿te estás burlando de mí?... no te lo aconsejo... Sabés muy bien por qué estás aquí. Estás aquí para que yo te autorice a acostarte con Laura. –dijo Inés crudamente haciendo enrojecer a la ...
... chica. –No tengo inconvenientes, claro que deberás aceptar mis condiciones. -¿Condiciones?... ¿qué... qué condiciones? –tartamudeó la chica mientras Inés la tenía tomada de la barbilla con el pulgar y el índice de su mano derecha. -Vamos por partes. En principio quiero que te desnudes. La sorpresa ante semejante orden crispó el rostro de Paola, que se echó atrás con los ojos muy abiertos. -¿Desnudarme? –preguntó con un hilo de voz. -Sí, querida, quiero que te desnudes... que te saques toda la ropita... ¿es que no fui clara?... quiero verte completa... -Pero... -¿Qué pasa? ¿te da vergüenza?... bueno, en ese caso te comprendería, mi querida... ¿te acompaño hasta la puerta? –dijo Inés incorporándose. Paola sintió una profunda angustia y la miró con ojos suplicantes: -No.... ¡No, señora! ¡Nooooo!... no... Inés le acarició la cabeza mientras empezaba a paladear el goce de saber que la muy codiciable presa estaba atrapada. -Bueno, mi preciosa, ¿te quedás, entonces? -Sí... sí, señora, me quedo... -Bien, queridita, muy bien... hacé lo que te ordené. –le dijo Inés, y se arrellanó en el sofá dispuesta a gozar del espectáculo. Paola clavó la vista en el piso y con las mejillas rojas empezó por la blusa. Desabrochó lentamente un botón tras otro, temblando, y cuando la prenda estuvo sobre la alfombra se quitó la pollera, después el corpiño y por último la tanga, presa al mismo tiempo de la calentura, la vergüenza y el temor. "¡Dios mío! ¡¿en qué ...