Néstor
Fecha: 05/03/2021,
Categorías:
Hetero
Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos
... Entonces me dediqué a recorrer las páginas fijándome en los números, sumando números, multiplicándolos, restando y haciendo todo tipo de combinaciones matemáticas. Con todo esto me quedé transportado a un onírico pensamiento, donde medio dormido estaba pensando en el 96, pensando que estaba muy lejos de Néstor. No podría tener nada con él porque nuestro número era el 96, es decir, estábamos de espalda uno con el otro. ¿Quién podría encararnos?, ¿quién nos juntaría?, ¿quién facilitaría un encuentro cara a cara? No podrá haber nada entre nosotros, porque yo estaba muy amarrado a los planes de mis primos que no me dejarían suelto y Néstor no se atrevería a pasar olímpicamente por la frontera que marcaban mis primos. Además vi que Néstor y Gaspar no estaban el uno por el otro ni para hacerse favores de vida o muerte. Estos pensamientos me llevaron a una modorra y caí en los brazos de Morpheus. Debió ser poco tiempo porque al rato escuché los gritos de Gaspar y desperté, me sequé con el brazo las babas que ya me habían salido y con la otra mano acomodé la erección que en el sueño y las ganas de orinar habían provocado. Aparecieron por el comedor, cuando me estaba levantando para ir al baño, Gaspar y Fernando. Me extrañó la presencia de Fernando, pero me puso contento verle. Les dije que iba un momento a orinar y que me esperaran. Me lavé la cara y atusé con un poco de agua mis cabellos. Acomodada bien mi polla en el fuelle del short tras la erección bajada, regresé al comedor, ...
... me puse delante de mis primos que se habían sentado en otros dos sillones. Me miraban.
—”Te has dormido”, dijo de repente Fernando.
—”¿Lo dices porque me he lavado la cara?”, pregunté.
—”No; porque se te ha caído tu novela al suelo”, me dijo agitándola con la mano.
Le tomé la novela, la cerré y la puse en el lugar donde la dejo siempre, bajo el televisor; en mi casa hago lo mismo con los libros que leo.
—”¿Qué tal de interesante ha sido lo que leíste?”, preguntó Fernando.
—”Nada interesante, porque no he leído nada; se ve que apenas comenzar a leer me dormí”, respondí medio avergonzado.
—”Ya; pero..., la erección que tenías..., ¿indica que no has leído nada?”, añadió inquisitorialmente Fernando.
—”Lo juro por la vida de mi madre que no he leído nada”, dije taxativo.
—”¡Ea!..., ¡vámonos al río!”, soltó Gaspar para bajar mi tensión, y añadió de cara a Fernando: “Y tú, ojo, no molestes al primo”.
Salimos de casa y estaba el coche de Fernando esperando para que nos subiéramos y nos fuéramos al río. Fue la mejor idea. De eso hablamos en el coche, de que yo lo estaba pensando y que parecía que habíamos coincidido. Fernando, que hablaba más que Gaspar y yo juntos, decía que a estas horas o haces la siesta o te bañas en el río o en una piscina, pero que mejor era el río, refrescaba más, que el agua de la piscina, por muy depuradora que tuviera, era agua estancada, y en el río había vida. La verdad es que hay árboles a la vera del río, matorrales, plantas ...