1. Un romance extraño (2)


    Fecha: 07/03/2021, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... usted, señor Martínez… Pero no se preo…
    
    D. Obdulio no pudo proseguir, pues el “Celes”, algo más que bien, pero lo que se dice que bien cabreado, le cortó agarrándole por el pescuezo, de tal manera que lo dejó, al instante, sin resuello
    
    —¿Y qué quiere decir con eso de que se equivocó al escribir los nombres
    
    —Pues…pues, ¡Ay Dios mío, ten piedad de este pobre pecador que, en segundos, seguro, estará en Tu presencia!... Bueno, abreviando: Que el casado ayer con la también aquí presente, Dª Raquel, es usted, señor Martínez…D. Celestino… Pero no se preocupe, que eso lo arreglo yo en un pis pas… Pero no me mate, D. Celestino, por favor; se lo suplico… Tenga usted piedad y misericordia de mí…
    
    —A ver; repita lo que acaba de decir; que yo lo capte, lo comprenda, en todo su significado
    
    —Que…que…tenga piedad de mí, sr. Martínez… Que no me…
    
    —No; eso no me interesa...que, a lo mejor, hasta se libra de que le retuerza el gaznate, como a una gallina… No; me refiero a lo del casorio
    
    —Pues…pues lo que le he dicho: que por poner yo mal los nombres; vamos, poner el suyo en los documentos para la iglesia y el juzgado, en vez del de D. Paco, pues resulta que quienes están casados, tanto ante la Iglesia como el Estado Español, son usted y la señorita…
    
    —Es decir, que, por finales, Raquel es mi mujer, legítima, y yo su legítimo marido
    
    —Pues…pues sí; así podría también decirse… Pero, pero…
    
    No hizo falta que siguiera clamando clemencia, pues el Celestino, hasta le besó ...
    ... la oronda calva al bueno de D. Obdulio, amén de “cascarle” cada besazo en ambas mejillas, que allí quedaron, en constancia del más ínclito agradecimiento que darse pueda en este puñetero mundo de nuestros pecados… Los de este autor, por lo menos.
    
    —¡Es usted un genio, D. “Aciertos Magnos” … Es usted… No sé…Mi padre, mi madre, mi todo, redivivo, pues me hace el hombre más feliz del mundo…
    
    Se desatendió del D. Obdulio, para irse a su querida Raquel, abrazándola jubiloso, aunque no con menos feliz alegría que ella le recibió, abrazándose a él cual lapa a roca
    
    —¡Estamos casados, mi amor, mi vida, mi…mi… MI TODO; SÍ, MI TOODOOO… Somos marido y mujer, de verdad… Ante Dios y ante los hombres… Y todo, gracias a este santo varón que, afortunadamente, e infinitas gracias sean dadas al Todopoderoso, no da una a derechas…
    
    Sí; la alegría era la nota dominante, donde, casi segundos antes, se mascaba la tragedia más trágica que en el universo mundo universal pudiera darse. Y D, Obdulio, que siempre estaba el hombre a “la que cae”, y si cuela, pues cuela, le soltó al más que ufano Celestino
    
    —Hombre, señor Martínez, si, a lo que veo, tan bien le he servido, pues ya podía usted costearme el viaje Madrid-Barcelona-Madrid, que para llegar aquí cuanto antes ya ve, me cogí un taxi en Madrid… Total, tres mil pesetitas de nada… Y que si me da usted cuatro “verdes” queda usted como un señor...
    
    Y, como de otra forma no podía ser, pues cuando a uno le estalla el corazón en el pecho de ...