Un romance extraño (2)
Fecha: 07/03/2021,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos
... Barcelona.
Hasta que estuvieron ante el hotel, el Continental, un hotelito si pretensiones, de lo más normal, incluso tirando a “pelín” cutre, algo así como un dos-tres estrellas de hoy día, la cosa estuvo un tanto normal, hasta tranquila, podría decirse, pero fue ponerse ante la puerta del sitio, cuando ya no había más cera que la que ardía, ahí sí que fue Troya, con la Raquel enrocada en sí misma que ahí no entraba porque no le daba la gana; vamos, que no, que no, y que no, por triplicado. Que ese tío no era su marido y ella, ni muerta, sería nunca su esposa y mujer. Que no le quería y punto, y que los papeles dijeran lo que dijeran, pero ella, erre que erre, en que no, no, y mil veces no
—Mira “Celes”, –decía ella, y dale que te pego al “nombrecito” de las narices. ¡Que yo me llamo Celestino, leches ya, y no Celes!, que decía él, por lo bajinis, claro está, porque con aquella especie de Agustina de Aragón, con cañón y todo, que era entonces la Raquel, cualquiera chistaba un pelo– yo…yo ya sé que no te merezco; que ni me merezco ningún hombre honrado y cabal, por lo que soy…he sido, mejor dicho, porque eso se acabó la otra noche, cuando os dio por entrar en “El Cornetín”; esa noche me marché de allí para no volver, ni a ese sitio ni a ningún otro de su clase; a nada que tenga algo que ver con aquello. Pero, ¿sabes?; te quiero, Celes; te quiero de verdad…Te adoro… ¡Ay Dios mío!...Y qué vergüenza me da decírtelo, pero es verdad: ¡Te deseo, Celes, amor mío, vida mía… Te ...
... amo y te deseo; te deseo, porque te amo; porque quiero hacerte feliz, muy, muy feliz, muy, muy dichoso, toda la vida…la vida entera, pasada junto a ti… Y que también tú me hagas feliz a mí; feliz y dichosa, como sólo tu sabría, podrías, hacerme, porque sé que también tú me amas, me quieres, como yo te amo, te quiero a ti… Con toda nuestra alma, todo, todo, nuestro ser… Dios Celes, mi amor; si pudieras confiar en mí, sólo un poquito; un poquito sólo; si pudieras fiarte de mí, creer en mí siquiera un pelín, qué felices podríamos ser… Te querría como ninguna otra mujer podrá, sabrá, nunca quererte tanto
—Raquel, si yo creo en ti, confío plenamente en ti; sé, ¿me oyes?, sé que eres una mujer maravillosa, que harás feliz, inmensamente feliz, inmensamente dichoso a cualquier hombre…y a mí, por supuesto, y sí, como dices, como ninguna otra mujer podrá ni sabrá hacerme nunca… Pero, hay lo que hay; que eres la esposa de otro hombre, un hombre que, además, es amigo mío…que confió en mí para que le representara en su boda… ¿Y, cómo, dime, cómo, voy yo ahora y le “robo” a su mujer?... No podría volver a mirar a nadie a la cara…me moriría de vergüenza… Tendría que suicidarme para reparar tamaña infamia…
—¿Y qué nos importa todo eso a nosotros, a ti y a mí?... Es nuestra dicha, Celes; somos nosotros, Celes, tu y yo; nosotros, nuestra dicha, nuestra felicidad… ¿Vamos a renunciar a ella, a condenarnos a la eterna infelicidad, a nuestra sempiterna desgracia, como seres humanos, hombre y ...