Los Pastrana y los Salvatierra
Fecha: 13/03/2021,
Categorías:
Confesiones
Autor: Tothem, Fuente: CuentoRelatos
Ya casi caía la noche y estaba llegando al pequeño pueblo, le habían dado la tarde libre por fin y quería aprovecharla ya que llevaba una semana enclaustrada en esa mansión abandonada. Los señores habían venido a ultimar los detalles de una venta de tierras para asuntos inmobiliarios en esa aburrida zona, un pequeño pueblo en medio de la nada, como decía el señor “dejar ultimados por una vez por todas los asuntos notariales de los terrenos”. Adela ya había escogido de forma visual el lugar donde tomarse algo. Entretanto trataría de holgarse con alguien y en primera instancia había notado la presencia de esa furgoneta abollada, deduciendo que el conductor era el mismo que acostumbraba a ver en sus pequeños paseos alrededor de la mansión. Adela se había acicalado para la ocasión: camiseta sin sostén, marcando pezones; terminaba de complementarla una pequeña falda corta y un tanga de hilo. No destacaba en estatura, pero estaba bien asentada en el suelo, sus pechos parecían dos globos adosados y su medianero culo daba la sensación de que estaba soldado a sus caderas. En una palabra, ese día iba “a por nota“.
Emilito se encontraba sentado en el taburete de la taberna y ya iba por su tercera cerveza, ya que esta semana había habido suerte y había cobrado algo de dinero, incluso Zacarias le había prestado la furgona para el día siguiente. Se había acicalado, vestía su raída camiseta con las letras de “Texaco”que tanto le gustaba. Desgarbado y algo altanero con modales ...
... histriónicos, achaparrado de físico, nervioso y charlatán.
Adela entro en la taberna con paso firme y su melena morena, parecía una hembra salvaje; el ambiente se palpaba denso, olor a tabaco rancio y fritanga, apenas una docena de hombres, casi todos maduros y ordinarios, solo al final de la barra percibió el de la furgona que en alguno de sus paseos había observado, sintiéndose algo fallida al poder observarlo de cuerpo entero. Pidió una cerveza, no tardando en observar que dicho personaje se acercaba y sacando su paquete de tabaco le ofrecía un cigarrillo; Adela percibió la vulgaridad del personaje en el primer momento, despeinado, con ese olor a desodorante barato. Por su parte Emilito vio posibilidades, entre el grupo de personas de la taberna, él era el que estaba en mejor disposición, se veía a las claras que la chavala buscaba rollo y estaba seleccionando. Tenía la suerte de su lado ya que Zacarias no estaba, si la cosa se alargaba había la posibilidad de que Zacarias hiciera acto de presencia y todo se abría esfumado.
Transcurrió una hora entre cervezas amargas y cigarrillos, Adela barajo las opciones:
1- Estaba en un lugar lejano dejado de la mano de Dios sin conocer a nadie.
2- Las posibilidades de que entrara algún hombre interesante iban en su contra.
3- Tenía el tiempo limitado, en una hora tenía que estar de vuelta.
Por ese orden de ideas Adela opto por la opción más práctica y decidió coger lo que tenía a mano. En un alarde de impaciencia le dijo a ...