1. Ana 8, el sobrino obsesionado


    Fecha: 11/05/2021, Categorías: Confesiones Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... primera vez, y me gustó como sonaba. Le di otro beso, sabía dulce. Metí la mano por debajo del vestido, y me perdí un buen rato en esa textura deliciosa. Mis dedos recorrían toda esa redondez, mientras ella, por fin cedía, y me acariciaba la verga por encima del pantalón.
    
    - ¡no, soltame! – dijo de repente. Y se alejó de mí. – Si me cogés, vas a ser como todos los demás, y te voy a odiar. Tenés dos opciones: seguir siendo mi amigo, y ser una de las personas más especiales en mi vida, o cogerme y ser un hijo de puta más. Si decidís cogerme que te quede claro que va a ser contra mi voluntad.
    
    Pobre tía Ana. No había manera de que con la calentura que tenía, me vaya de ahí sin nada a cambio. En ese momento estaba hecho un animal, así que de las dos opciones que me daba, no había mucho que considerar.
    
    - Prefiero cogerte. – le dije. Ella me miró resignada. Me acerqué, la besé con rabia. Metí de nuevo la mano debajo del vestido, y le arranqué la tanga de un tirón. La llevé hasta el sofá, me acomodé y le ordené – chúpame la pija. -enseguida me bajó el cierre del pantalón y el calzoncillo, y se metió la pija, ya mojada, en la boca.
    
    Era la primera mamada que me hacían, y era tan rico como todo el mundo dice que es. La lengüita de tía Ana recorría mi sexo mojado con movimientos expertos. Nadie diría que ese pete lo estaba haciendo alguien que estaba siendo obligada. Enseguida acabé. Ensucié su carita perfecta con mi semen, y se vio más hermosa que nunca.
    
    Después metí mi ...
    ... cabeza adentro del vestido, y empecé a saborear su trasero. Era tan rico, que era muy difícil dejar de hacerlo. Pero mi tronco ya estaba duro de nuevo. Ella sacó un preservativo de algún lugar, y me ayudó a ponérmelo.
    
    - ¿Así está bien? – me preguntó, cuando se puso en cuatro sobre el piso, y se levantó el vestido hasta la cintura, mostrando el culo desnudo.
    
    - Así estás perfecta. – le contesté, mientras me arrodillaba, para apuntar mi misil hacia su cráter húmedo y oloroso. Me sorprendió la facilidad con que entró. Tía Ana gimió de placer.
    
    - ¿Te gusta?
    
    - Si, me gustan las pijas. – me contestó, con una voz felina. La embestí un buen rato, agarrándola de las caderas. Luego me agaché más y le estrujé las tetas, mientras la penetraba con embestidas cortas y rápidas. Esta vez aguanté más. En medio de la culeada, me sorprendí cuando ella, luego de algunos movimientos pélvicos, acabó. Se retorcía en el piso, mientras yo seguía bombeando buscando mi propio orgasmo. Este segundo polvo salió con mucha más potencia, y liberó mucho semen adentro del preservativo.
    
    - Vamos a la cama, el piso me lastima las rodillas.
    
    Me dio vergüenza saber que, en mi calentura, me había comportado con un desinterés total por ella.
    
    - Si mi amor, perdóname, vamos a la cama. – le dije. Su carita hermosa me dio mucha ternura. La acaricié. Todavía estaba pegajosa por mi semen. Le di un beso en la boca.
    
    Fuimos a la cama. Mi tercera erección ya tenía destino.
    
    - Así que te gusta por el culo. ...