1. Riberas del Donetz 2


    Fecha: 10/11/2017, Categorías: Incesto Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... munición se vino al suelo en tanto otra de ellas, la más adelantada se lanzaba de cabeza al suelo, chillando histérica, aunque lo que de su garganta salía más que gritos eran ruidosos sollozos, desde luego, cuajados de histeria; ese griterío o ruidosos sollozos, se mantuvo durante tiempo aunque no la prudente decisión de permanecer tendida en el suelo, en intento de fusión con ese retazo de estepa rusa, sino que en breves minutos se levantó imprudentemente para lanzarse a correr, sollozando, gritando aún más que antes, aterrorizada ante lo cerca que le pasó la muerte. No pagó cara su locura porque para entonces la atención del “killer” alemán la mantenía atrapada la tercera figura femenina: Esta se había inclinado sobre el cuerpo caído hasta apoyar una rodilla en tierra; pareció acariciar aquel rostro con una mano y luego se alzó cuan alta era, no demasiado por cierto, con parsimonia, sin prisas ni nervios, quedando allí de pie, sin tomar la más elemental precaución y con el arma, el fusil Moisin Nagant, sostenido al desgaire. Así, inmóvil, impertérrita, paseó la vista con evidente atención por todo su alrededor, como si buscara algo… O a alguien…
    
    Stella Antonovna, pues no era otra la estática figura femenina, había reconocido el disparo que taladraba la frente de Marianka Ivanovna caída muerta a sus pies. El, Piotr, su Piotr, estaba allí, cerca de ella, pues ese disparo era suyo. Como sabía que lo fueron los que acabaron con la vida de Soia Valentinovna, Víctor Ugarov y ...
    ... un puñado de camaradas más, lo menos diez o doce… “¿Dónde estás Piotr? ¿Por qué vacilas? Tu Alemania y mi URSS están en guerra. Tú y yo somos enemigos; yo soy tan enemigo como lo era Marianka, como lo era Soíska… Como lo eran cuantas hoy has exterminado… ¿Por qué pues no me disparas? ¿Acaso no te ofrezco un buen blanco? Mírame Piotr, estoy aquí, de pie, esperando la muerte de tus manos… Dispara mi amor, dispara… Mátame… Soluciona nuestro problema, nuestra muerte en vida… ¡Haz que al fin pueda descansar, querido mío!... ¿Por qué no lo haces? ¿Porque una vez nos declaramos nuestro cariño... ¿Porque una vez nos dijimos palabras de amor?... ¿Por que una noche nos amamos y nos entregamos uno al otro, yo a ti y tú a mí, sin reservas?... ¿Es eso suficiente Piotr?” esto se decía para sí misma, mientras trataba de localizarle entre aquél humo, aquella neblina que se le metía a uno en la garganta, haciéndole toser... Aquél aquelarre de idas y venidas, explosiones, disparos…
    
    Por su parte Peter Hesslich, sin llegar a reconocerla, sabía que era, Stella, quien estaba allí, ante él. Y la idea de que aquel disparo la hubiera podido alcanzar a ella, a la razón de su vida, le desgarraba el alma, le torturaba Pero más le torturaba entonces el hecho de que en minutos estarían allí los zapadores alemanes con sus lanzallamas. Y a Stella la urgía para que se marchara, desapareciera de allí… “Stella huye, huye por favor… No permitas estar aquí cuando ellos lleguen… Esa es la forma más atroz de ...