1. Riberas del Donetz 2


    Fecha: 10/11/2017, Categorías: Incesto Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... morir, Stella… No permitas morir así mi vida… Huye, escapa, por favor…” Así gritaba que no hablaba Peter Hesslich a Stella Antonovna, aunque aquello fuera esfuerzo inútil, pues las explosiones, los gritos y las descargas de fusilería y ametralladora que aún tenían lugar por parte de las fusileras en imposible intento de frenar, rechazar más bien, la embestida alemana, para entonces ya imparable.
    
    En aquellos momentos ocurrió un hecho sorprendente: Por unos minutos la niebla de humo desapareció y los dos, Stella y Peter o Piotr se vieron a la perfección el uno a la otra… Pero allí había entonces otra persona, una fusilera a la que parecía que ninguno de los dos veía, pero que en esos momentos encañonaba al alemán hasta empezar a curvar el dedo en torno al gatillo de su arma.
    
    Lida Ilianovna, pues era ella la que había llegado a todo correr en auxilio de su amiga y jefa al creerla en alto peligro, iba a disparar sobre el alemán cundo su mente reparó en algo insólito en aquel asesino silencioso: Ese ser ominoso no encañonaba a Stella… Tampoco a ella, a Lida… Estaba allí, impertérrito, como si con él nada fuera… Con el arma apuntando más bien hacia el suelo… Pero con la vista, indudablemente, prendida en Stella. Aquello la intrigó, pues si no lo comprendía mucho menos se lo podía explicar. Lida no bajó el arma pero sí aflojó el dedo sobre el gatillo y, casi a hurtadillas, observó a Stella. A continuación de nuevo al alemán, del que no le cabía duda era el “Diablo del Gorro ...
    ... Gris”, aunque entonces su cabeza no lo luciera… Fueron varias las veces que su vista pasó de su camarada al enemigo para reanudar en el acto la secuencia de miradas: Los dos, Stella y el del “Gorro Gris”, estaban en la misma posición, con el arma baja y observándose intensamente… Pero Lida vio más en esos ojos, pues vio cariño, comunión de almas en una sola… Finalmente comprendió lo que sucedía y su rostro recibió aquella comprensión con una sonrisa, sólo que esa sonrisa era un tanto triste al recordarle el semejante sentimiento que ella misma guardaba hacia un camarada de aquel alemán.(2) Bajó el fusil y miró a Peter Hesslich de distinta manera, con curiosidad, y no pudo por menos que admitir el buen gusto de Stella al fijarse en ese hombre. Lida tendió el brazo a su amiga, pasándoselo por los hombros mientras le decía
    
    La sonrisa de Lida Ilianovna se acentuó, perdido ya el casi rictus de tristeza para hacerse franca y amplia, cuando observó que su camarada se llevaba los dedos de la mano derecha a los labios, los besaba y seguidamente extendía el brazo hacia su amado alemán enviándole así ese beso; y cómo el alemán, a continuación, hacía lo mismo que Stella había hecho, enviándole a su vez un beso que, como el de ella, era todo ternura, cariño rendido y sublime amor. De ambos labios brotó un “Adiós amor” y Stella junto a Lida se volvió hacia atrás en busca del T 34 que a no demasiada distancia las esperaba. Finalmente Peter Hesslich vio cómo las dos fusileras se encaramaban ...