1. Complejo de Edipo


    Fecha: 11/11/2017, Categorías: Grandes Relatos, Autor: Urawan, Fuente: CuentoRelatos

    ... sensación opuesta de deseo y miedo pero él aviva mi horno erótico con maestría para que olvide mis contradicciones. Besa mi boca, vuelve a toquetear mis cónicos pechos, mis pezones se ponen duros de gusto al sentir sus manos maestras, recorre mi espalda que piden más, toquetea mis nalgas tentadoras; más gusto, más placer; luego me abre las piernas y pone su instrumento masculino en medio de ellas, sus movimientos de va y viene de tocar y retirar mi feminidad, mi centro de placer hacen que nuevamente la satisfacción hermosa, sublime, encantadora regresen a mí y que nuevos espasmos tenga. Mis piernas flaquean por lo que él viendo mi reacción. Me recuesta en la alfombra, se encarama sobre mí. Nuestros cuerpos se juntan. Nuestros sudores y olores se funden. Nuestros deseos piden más. Besa todo mi cuerpo. Me recorre. Me hurga. Llega a mí ser íntimo que expelía sus jugos íntimos, lo chupa, mordisquea, lengüetea, succiona, eso me gusta mucho tanto que espero que los espasmos vengan y llegan nuevamente, uno a uno como si fuese un desfile de orgasmos. Miles de ellos salen de mi cuerpo tanto que pierdo el sentido y me dejó llevar por tal hermoso gusto. Samuel se incorpora. Me contempla luego se inclina y me da un hermoso beso en mi boca. Se arrodilla blande su instrumento, lo contemplo es grande, grueso, tieso y portentoso vuelve a toquetear y jugar con mi jugoso fruto. Pone su cabeza a la entrada de mí cueva. Se detiene un instante para que lo guste y luego sin piedad me introduce ...
    ... todo su gran masculinidad hasta el fondo de mi ser empezando el típico bombeo, saca y mete sin parar. Siento un gran dolor que desde mí bajo vientre recorre mi cuerpo tanto que grito del daño sufrido:
    
    -¡Ay! No más pare. No más. ¡Ay! Nooooo. Duele. No. No más duele. ¡Ay! No, esta gorda, me hace daño, no mássss.
    
    -Tranquila ya paso. Así es la primera vez luego te gustará mucho; además…
    
    -Además, ¿qué? Pude decir mientras me sometía, me introducía, retiraba una y otra vez su miembro me dice:
    
    -Ya lo sabrás. Tienes que darme todo lo tuyo. Te deseo desde hace muchos años desde cuando eras niña y te sentabas en mis piernas.
    
    -¿Sabré qué?
    
    No me contesto. No me dijo nada y sin piedad me hizo suya. Rompió mis velos inmaculados luego rompería otros que me dolería más aún.
    
    Mi reacción fue morder su hombro y clavar mis garras en su espalda con furia, saña y venganza que sangraron como lo hice yo. Ambos sangramos. Ambos entregamos algo de nuestros cuerpos. Él me diría que ninguna mujer había hecho lo que hice, dejarle huellas en su cuerpo y él me dejaría también otra ya predicha por Yocasta; poco a poco el dolor y el oposición de lo que estaba haciendo se perdieron por el placer que sentía; cosas que no me imaginaba se podían hacer.
    
    Esa noche sería el inicio de una relación donde nos entregamos al placer de placeres, a la lujuria erótica donde todo nos dimos, donde todo nos permitimos y entregamos, donde fusionamos mi ímpetu juvenil con su sabiduría amatoria madura. ...
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