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La segunda lección
Fecha: 22/08/2021, Categorías: Confesiones Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos
... adrede cuando nos íbamos a encontrar. Me orinaba en su cara y cuando tenía necesidad de cagar, le pedía que me comiera el culo para cagarme encima de su cara. Quizá ha sido lo más divertido de mi vida. Alguna vez le pegaba con un palo cuando no hacía las cosas que le mandaba o cuando las hacía mal. Un día le pedí que se orinara sobre sus pantalones delante de todos; como no quiso hacerlo, cuando nos quedamos solos, le di dos patadas en todos los huevos y tuvo que acudir a revisarse porque no se le iba el dolor. Ni siquiera sentí compasión. Cuando lo masturbaba estiraba el prepucio del todo para dañarle. Es verdad que dejaba tiempo para que se recompusiera. Pero la segunda vez que le mandé que se orinara delante de todos, lo hizo y fue el hazmerreír de todos; nadie sabía por qué se había orinado sobre su ropa. Con todo esto, que servía para divertirme con un gazapo de hombre, me propuse que iba a saber su materia mejor que el mismo profesor y, en efecto, cosa extraña en él, que siempre suspendía varias asignaturas, en las dos más difíciles y que yo le expliqué sacó sobresaliente, como yo. Que le pusieran un 9, y eso que el profesor siempre decía que el 10 es para el profesor, fue un éxito que le brindó prestigio ante toda la canallesca colectiva de condiscípulos. Mierda a esos docentes que se reservan calificaciones les daría yo en la misma rectoral. Pero así se aprovechan. Cuando concluyó nuestro compromiso, me dijo: —”Si no me pides hacer nada ridículo en público, ...
... aunque me pegues, quisiera seguir siendo tu esclavo; me ha gustado, sobre todo cuando me follas duro”. Me dejó hecho una mierda podrida. Me arrepentí de tantas perradas que le había hecho, porque le había sangrado varias veces el ano y yo seguía con mi pene enfundado o con un bastón dañando aquel culo. Tuve con él varias veces sexo, pero no ya como esclavo, sino como un amigo dispuesto a que yo me satisficiera con él. Me aproveché sádicamente lo más que pude sin compasión. Luego se hizo una novia y me dijo que ya no vendría más. No cumplió su palabra; a veces dejaba a su novia en casa, algunas después de haberla follado y venía para que yo lo follara a él. Merecía que lo que aprendía de mí lo practicaba con su puta particular porque a ella le gustaba el sexo violento. Yo le iba descubriendo posturas, nunca suaves, siempre violentamente. No iba a hacer a Néstor nada similar, sino que me propuse hacerle tomar gusto al sexo. Por eso, le dije que se pusiera su ropa; yo también me vestí; nos bajamos a la cocina. Encontré media botella de vino, no muy bueno, pero válido para el propósito. Saqué dos vasos de la alacena y vacié en los vasos el vino. Eché la botella a la basura y nos fuimos a la habitación con el vaso en la mano. Nos sentamos a charlar mientras tomábamos el vino. Yo le preguntaba cosas del pueblo y él me contaba curiosidades, unas para reírse y otras como para ponerse a temblar, porque la vez que tuvieron un maniático en el pueblo y murieron dos sin poder averiguar ...