1. Mi cuñada me enloquece


    Fecha: 20/11/2017, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... frases simples pero certeras, su sonrisa blanca, su expresión soñadora.
    
    El comienzo del deterioro de la relación entre mi hermano y Mariel no hizo más que alimentar mis fantasías traicioneras.
    
    Marcelo comenzó a trabajar de noche. Mariel intentó adaptarse a los horarios de él, consiguiéndolo sólo a medias. Se quedaba hasta la madrugada conversando con él por teléfono, para hacerle compañía en sus aburridas guardias nocturnas. Luego se despertaba a las siete de la mañana, cuando él llegaba, para satisfacer sus necesidades carnales. En principio todo iba bien, pero Mariel comenzó a sospechar que él podría estar haciendo algo a sus espaldas. Nunca me lo dijo, pero se la notaba recelosa, y cuando hablaba por teléfono con Marcelo, le hacía mil preguntas intentando sacarle verde por maduro. Por su parte, mi hermano, a veces llegaba a casa en horarios intempestivos, aduciendo que le habían cambiado el horario en el último momento, o que debió quedarse más horas de lo esperado, debido a la ausencia de su compañero, a lo que Mariel respondía astutamente que qué bueno que al sueldo se le iba a sumar tantas horas extras, dejando en claro que, llegado el momento, iba a saber si mi hermano le mentía o no.
    
    No era más que una discusión normal en una pareja joven, pero mi lujuria parecía querer desencadenarse cada vez que imaginaba que mi hermano dejaba en libertad a la pequeña Mariel.
    
    Ya había pasado el primer mes desde que se mudaron conmigo, y el calor ya se hacía sentir. ...
    ... Mariel cambió los pantalones por shorts, unos más cortos que los anteriores, lo que hacía imposible no prestarle atención. Para colmo ya era una costumbre que desde que llegaba de la oficina, hasta que llegaba la hora de dormir, pasemos el tiempo los dos solos, mientras mi hermano trabajaba en algún lugar de capital. Mariel se paseaba, ya con confianza, de aquí, para allá, moviéndose con desenvoltura, mientras yo la seguía con la mirada lasciva y los pensamientos lujuriosos.
    
    Ya tenía bastante confianza conmigo, y tenía la costumbre de apoyar su mano en mi rodilla cuando conversábamos. También le gustaba salir de la ducha envuelta en una diminuta toalla, para ir a vestirse a su cuarto, y siempre lo hacía cuando yo estaba en casa, como asegurándose de que la viera. Esto se repetía casi todos los días, y yo fantaseaba con seguirla hasta su cuarto y desatar esa toalla para poseer ese cuerpo húmedo, lleno de voluptuosidad.
    
    A medida que pasaban los días, ella dejaba caer cada vez más comentarios negativos sobre mi hermano. Le molestaba que ya no la llamara por las noches, siendo ella la que siempre debía tomar la iniciativa. Le dolía su ausencia continua, aunque sabía que eso se debía a que su trabajo quedaba bastante lejos, cosa que, sumada a las horas laborales, le consumía muchísimo tiempo. Y ya no le bastaba con la satisfacción sexual, necesitaba sentirse querida y protegida.
    
    Cuando me dijo eso, me miró con ojos vidriosos, y yo me pregunté si lo que necesitaba no era más ...
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